Acto de Lectura Pública de la Tesis Doctoral de Rafael Oswaldo Páez Barrera:
LA CIUDAD DE LA PRESENCIA: MEMORIAS, DESEOS Y NARRATIVAS
Intervención del doctorando.
Barcelona, 2 de junio de 2010.
Rafael Oswaldo Páez Barrera
Intervención del doctorando
Universidad Politécnica de Cataluña –UPC-
Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona -ETSAB-
Departamento de Composición Arquitectónica
Barcelona, 2 de junio de 2010. España
CONTENIDO
Tribunal de Tesis 3
Primera parte
Resumen 5
1.- Ciudad moderna y ciudad globalizada 6
2.- Los cuerpos de la multitud
en las calles de la ciudad globalizada 14
3.- Las narrativas frente a los discursos del poder 19
4.- El tiempo de la presencia 26
5.- Memoria histórica y patrimonio urbano 31
6.- Las aportaciones originales 33
Segunda parte 38
Referencias bibliográficas 39
Intervención leída en castellano por el Doctorando Rafael Oswaldo Páez Barrera en el Acto de Lectura Pública de su Tesis Doctoral, previo a la obtención del Título de Doctor por la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), acto que tuvo lugar el Aula Pi Calleja de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, UPC, España, el 2 de junio de 2010.
Publicado por el autor.
© Rafael Oswaldo Páez Barrera, 2010.
Tribunal de Tesis:
PRESIDENTE:
Dr. Francisco Jarauta Marión,
Área de Filosofía de la Universidad de Murcia
SECRETARIO:
Dr. José Luís Oyón Bañales,
Departamento de Urbanismo y Ordenación del Territorio,
de la Universidad Politécnica de Cataluña
VOCALES:
Manuel Delgado Ruiz,
Área de Antropología Cultural, Historia de América y África,
de la Universidad de Barcelona
Dr. Francesc Muñoz,
Área Geografía Humana
de la Universidad Autónoma de Barcelona
Dra. María Rubert de Ventós,
Departamento de urbanismo y Ordenación del Territorio,
de la Universidad Politécnica de Cataluña.
DIRECTOR DE LA TESIS:
Dr. José María Rovira Gimeno
Departament de Composiciò Arquitectònica
Escola Tècnica Superior d’Arquitectura de Barcelona
Universitat Politècnica de Catalunya
Primera parte
El Dr. Francisco Jarauta Marión, Presidente del Tribunal de Tesis, instala el acto de Lectura Pública a las 11:00 a.m. del 2 de Junio de 2010 y otorga la palabra al doctorando para que realice su exposición.
Habla el doctorando:
Señora y señores,
amigos y amigas aquí presentes:
Es para mí un honor ser examinado por un Tribunal como el que vosotros integráis. Recibid mis agradecimientos por haber leído mi Tesis y por vuestra presencia en este acto académico.
Seguidamente desarrollaré la exposición sobre mi trabajo. No intentaré una síntesis del mismo, más bien trataré de ampliar sus alcances, implicaciones y relaciones internas, en ciertos casos con ideas surgidas como resultado de haberlo concluido y disponer, ahora, de una visión más clara de lo que la Tesis me permitió investigar.
Su título general:
LA CIUDAD DE LA PRESENCIA:
MEMORIAS, DESEOS Y NARRATIVAS
RESUMEN
La Tesis sobre la cual voy a tratar es un conjunto textual y conceptual que parte de diferenciar la ciudad globalizada de su anterior, la ciudad moderna. Las dos, ciudades del capitalismo, aunque con notables diferencias.
Se trata de un enfoque crítico e interpretativo que no se queda en la descripción del fenómeno, con lo cual se propone la necesaria transformación de este tipo de ciudad en otra que he llamado la ciudad de la presencia, en mi opinión, igualitaria, solidaria y libertaria.
Quienes estarían construyendo o consiguiendo este propósito serían los nuevos sujetos históricos que la misma ciudad globalizada, del capitalismo tardío, o del imperio, ha generado. Explicaré por qué dichos sujetos se diferencian de los proletarios del siglo XX, en tanto, y partiendo de los estudios de Antonio Negri, son caracterizados como una fuerza constituyente históricamente nueva, surgida de las condiciones sociales aportadas entre otras causas por la informática.
Sostengo que estos sujetos, en tanto actuales, es decir capaces de mantener una distancia crítica con respecto al tiempo del poder –que es una especie de presente eterno–, son los factores del cambio de este sistema. Para mí, su tiempo sería el de la presencia, desde cuya conciencia potenciada podrían reinterpretar su pasado y desear otra ciudad, otra polis y en definitiva, otra sociedad.
Digo que los nuevos sujetos estarían prefigurando en el lenguaje su nueva condición ontológica, la cual lleva a buscar en las representaciones y narraciones críticas actuales, su huella. Tales narrativas, en mi opinión, traerían o dejarían traslucir, una potencia inédita en la forma de expresar y de narrar en sus propuestas múltiples, plurales y multidireccionales.
En este constituirse en la narración y en el lenguaje, considero que se retoma la vieja profecía benjaminiana: el pasado, la memoria, las experiencias, pueden cumplir un papel revolucionario. De este modo, y al tratarse de un estudio sobre la ciudad, mi Tesis toma como ejemplo las polémicas sostenidas sobre el tratamiento del patrimonio tangible, testigos o vestigios urbanos de una ciudad declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad y, presenta algunos textos críticos en los que se expresarían estas nuevas circunstancias.
Se trata en consecuencia de un trabajo teórico que piensa la posibilidad de romper la regla fatal del neoliberalismo en lo referido a la ciudad y lo urbano.
1
CIUDAD MODERNA Y CIUDAD GLOBALIZADA
Establecer teóricamente cómo la ciudad moderna habría sido modificada por las nuevas condiciones impuestas por el capitalismo tardío, fue la primera cuestión con la cual me enfrenté al acercarme al tema de mi Tesis.
Los estudios sobre la ciudad se habían desarrollado en las últimas décadas al punto de dejar establecido que las estructuras urbanas responden a las estructuras sociales y culturales, siendo, unas y otras, determinantes para juzgar las formas y los paisajes de la ciudad. A partir de allí, mis reflexiones se encaminaron a estudiar la ciudad en la cual vivimos, no solamente como hecho físico aislado, sino como un fenómeno que de manera directa dependía y podía explicarse desde las situaciones sociales engendradas por las modificaciones operadas en las relaciones de producción, durante las tres últimas décadas.
El fin de las formas de producir fordistas significó el paso del obrero masa, de las grandes fábricas y sus cadenas de montaje, al obrero social, que sumó al anterior los asalariados terciarios, a los de la economía sumergida, a trabajadores altamente cualificados, pero, sobre todo, desbordó la producción más allá de la fábrica. Estos cambios comenzaron a ser percibidos por los estudios urbanos, aunque muchos de ellos no establecen aún que luego de la ciudad moderna, o metrópolis, que habría correspondido al obrero masa, un nuevo fenómeno urbano correspondiente al obrero social, ha llegado. Los nombres de esta nueva ciudad son muchos, pero en mi Tesis y en esta exposición, me manejo con el de ciudad globalizada.
Hemos asistido a la génesis de una nueva forma de capitalismo. En La era de la información, de Manuel Castells (1999, p. 387-388), leemos: “Un nuevo mundo está tomando forma en este fin de milenio. Se originó en la coincidencia histórica, hacia finales de los años sesenta y mediados de los setenta, de tres procesos independientes: la revolución de la tecnología de la información; la crisis económica tanto del capitalismo como del estatismo y sus reestructuraciones subsiguientes; y el florecimiento de movimientos sociales y culturales, como el antiautoritarismo, la defensa de los derechos humanos, el feminismo y el ecologismo. La interacción de estos procesos y las reacciones que desencadenaron crearon una nueva estructura social dominante, la sociedad red; una nueva economía, la economía informacional/global; y una nueva cultura, la cultura de la virtualidad real. La lógica inserta en esta economía, esta sociedad y esta cultura subyace en la acción social y las instituciones de un mundo interdependiente.”
Castells, precisaba que en este cambio, “La tecnología de la información ha sido la herramienta indispensable para la puesta en práctica efectiva de los procesos de reestructuración socioeconómica. De importancia particular fue su papel al permitir el desarrollo de redes interconectadas como una forma auto expansiva y dinámica de organización de la actividad humana. Esta lógica de las redes transforma todos los ámbitos de la vida social y económica.” (p. 388)
La novedad radicaba en que las maneras de producir conocidas hasta el inicio de los setenta y que se apoyaban en la grandes instalaciones fabriles con millones de obreros, comenzaron a verse afectadas por las nuevas tecnologías informáticas que permitían al capital producir más, en menor tiempo, con mejor calidad, a menores costos y sobre todo, con menos personal, incidiendo de este modo, en una reorganización planetaria de la fuerza de trabajo y, por tanto, en los cambios formales de las ciudades y territorios.
La ciudad moderna de la post guerra había crecido con cierta coherencia física de acuerdo a los planes reguladores y control de las áreas metropolitanas, pero los cambios anotados, que entre otras cosas trajeron el final insólito de la Guerra Fría a favor del sistema capitalista mundial, determinaron la transformación cualitativa de la ciudad.
El capitalismo convertido en sistema-mundo, generalizó entonces sus reglas a nivel universal, pero en vez de desarrollar el reformismo y modificar sus rumbos en la producción, el consumo y el reparto de la riqueza en las condiciones que las nuevas tecnologías ofrecían, optó por el mayor acaparamiento de recursos y buscó consolidarse articulando discursos segregacionistas, xenófobos, privatizadores de lo público, guerreristas y represivos, hasta llegar a las actuales políticas orwellianas de seguridad y vigilancia. El “estado de bienestar” comenzó a “adelgazarse”, privatizando sus servicios y recortando sus adornos reformistas. La ciudad registró el impacto y en sus estructuras físicas se manifestaron las supuestas bondades del libre mercado y la invisible mano que regula la economía capitalista.
El triunfo del capital desenterró formas de acumulación y explotación primarias. Los ahorros sociales han sido usados para pagar quiebras de empresas privadas. Surgió la red globalizada de la economía criminal que se extiende paralela a la legalizada como su hermana siamesa, dictando en no pocos casos, rumbos políticos, económicos o culturales.
Las nuevas formas de acumulación especulativas, financieras y altamente depredadoras del ambiente se impusieron sobre las formas productivas capitalistas tradicionales. El país bandera de este proceso, los EE UU, siguió disfrutando del privilegio de emitir dinero sin otro respaldo que su palabra, mientras los países de Tercer Mundo han visto incrementar su deuda externa y están abocados a ser desposeídos de sus recursos mediante agresiones.
Todo parecía indicar que el triunfo del capital era incontestable. Fue entonces cuando en los muros de Bs. As. apareció aquel amargo graffiti que decía: “Capitalismo: tenés los milenios contados”, pero, la verdad es que solo han pasado treinta años para que esta ofensiva esté quedándose sin piso, sin palabras y sin dinero con respaldo para saciar su codicia.
Las quiebras inmobiliarias y financieras recientes, la emergencia de nuevos bloques de poder capitalista, el empantanamiento de “la guerra contra el terrorismo” en Irak y Afganistán, las protestas en Europa contra los tijeretazos el desempleo y la pobreza, junto al nuevo mapa político de América Latina, son síntomas del enfriamiento del modelo neoliberal y de la apertura a una situación incierta, entre cuyas brumas, solo atinamos a distinguir la sombra de los portaviones norteamericanos y escuchar el clamor de las mayorías.
La agresividad de este proceso, en efecto, ha tenido y tiene que apoyarse en la violencia institucionalizada. El espacio globalizado –inicialmente un concepto militar–, consolida cada vez más la militarización del territorio planetario para garantizar la continuidad del modelo neoliberal y globalizador. Este giro en el pensamiento y prácticas militares sobre el espacio es distinto al de los nacionalismos modernos, pues hoy, la única fuerza militar omnipresente y omnipotente es la del imperio de las transnacionales, que no tolera otros poderes alternativos, ni en el tipo de producción, ni en las formas de representación, ni en las maneras de hacer la guerra.
De esta manera, el fin de los territorios nacionales y de la soberanía sobre ellos, significó el fin del campo y la ciudad como pareja espacial del territorio moderno. Han terminado las políticas nacionales, regionales y locales independientes. De los países va quedando solo el nombre, más para el espectáculo mediático, turístico o las competencias deportivas, pues, en el mundo puro y duro del poder imperante ninguno puede salirse de los guiones “del mercado global”, eufemismo de la neolengua para entender lo que hoy hace funcionar la interconexión planetaria de las multinacionales.
Cambiadas las formas de producción y de manejo territorial del mundo, la ciudad moderna entró en una fase distinta, bajo cuyas determinaciones la planificación y el control del territorio favorece el desarrollo del modelo capitalista “informacional” –o tardío– en donde una especie de acumulación primitiva permite a los grandes capitales emprender la renovada conquista no solo del espacio de la ciudad, sino del planeta.
A falta de un diagnóstico oportuno y radical del nuevo poder y de la nueva ciudad que éste traería, las administraciones de la ciudad continuaron pensándola y planificándola si no con los mismos instrumentos teóricos y técnicas con los cuales se manejaba el progreso de la ciudad moderna, con una negligencia o connivencia que hace el juego a la situación anotada, en la cual, los viejos instrumentos y técnicas planificadoras quedaron en lo retórico.
En la ciudad globalizada, los conflictos urbanos causados por la aceleración capitalista se han potenciado. Las administraciones planifican, pero sus planificaciones ya no son las del “Estado de bienestar”, las del reformismo que de alguna manera se preocupó en defender el interés general. En las planificaciones de ahora los intereses de las grandes empresas importan más que las gentes, con lo cual, en la nueva ciudad solo se siembran antagonismos.
El colofón ha sido el aislamiento de las administraciones y el desmadre de los problemas urbanos. Paradójicamente, mientras más dinero se invierte conforme la retórica desarrollista de la ciudad moderna, en la ciudad globalizada dichas inversiones complican aún más sus irresueltos problemas urbanos y las administraciones cosechan rechazos. En Barcelona por ejemplo, Javier Calvo (2009) lo hizo notar en su análisis de El Raval, cuando dijo: “Las dos décadas de política municipal supuestamente renovadora sólo han sido un sueño húmedo capitalista.” O cuando el 80% de los votantes dijo “no” al rediseño de la Diagonal. O cuando al Forum le calificaron de banalidad urbana y cultural y, a la Plaza de Lesseps, el día de su inauguración le dijeron que era un proyecto más estéril que una mula.
La planificación tecnicista, operativa, catastralista, dispone ahora de recursos poderosos gracias a las imágenes satelitales y los programas informáticos que facilitan el monitoreo del territorio y sus recursos. El desarrollo de las tecnologías digitales aplicadas al manejo del territorio ha puesto en manos del capital y sus administradores una herramienta poderosa para hacer daño al ambiente y a la sociedad, puesto que las teorías de la planificación imperial, o tardo capitalistas, al encubrirse bajo el discurso moderno de la neutralidad beneficiosa de la técnica, usan esos criterios que ya no corresponden a las circunstancias de la ciudad y el territorio globalizados, para disponer el territorio, sus recursos y la ciudad, así como a los mismos técnicos, al servicio del capital.
La gentrificación, la agresividad contra los espacios patrimoniales y públicos, la imposición del automóvil y de sus equipamientos, la preeminencia de los centros comerciales y los no-lugares –entendidos como espacios arrebatados al uso social de la ciudad que se reproducen por doquier y no solo como los espacios adecuados para la circulación de los flujos del capital globalizado–, continúan marcando el ritmo de este progreso extraño.
La opulencia de los beneficiarios de la globalización y las burbujas urbanas que han creado para su consumo, son la otra cara de las gigantescas conurbanizaciones y periurbanizaciones, que resultantes de este mismo proceso aparecieron en el Tercer Mundo, y en los banlieus y demás goteras, bolsones y manchas degradadas de sus propias ciudades. En Europa, 19 millones viven bajo el nivel de pobreza, 80 millones al borde la misma, en Cataluña un 42% gana menos de 1.000 euros al mes. En el mundo, mil millones sufren hambre.
Las únicas soluciones que ofrece la administración, lejos de ampliar las posibilidades de uso y goce de las ciudades van por el camino de la vigilancia y el control. Para nuestra seguridad, dicen los carteles, estamos siendo filmados a todas horas. Los videos que graban las cámaras –más de 20.000, en Madrid–, empiezan a ser considerados como pruebas en las investigaciones fiscales, así como la “sospecha razonable” de un policía empieza a ser razón suficiente para encarcelar a quien a éste le de la gana.
Un nuevo poder, el imperio, está aquí, ha ocupado militarmente el mundo y ha tomado la ciudad.
Los EE. UU. son la fuerza de choque de dicho imperio. Más de 800 bases militares suyas colocadas estratégicamente por todo el globo, junto a una docena de flotas navales pueden en cuestión de horas, colocar miles de marines en cualquier parte y enseñarnos de qué van el desarrollo y la democracia. La tecnología militar de punta ha acabado con cualquier soberanía aislada y con la privacidad de los habitantes del mundo. Las condiciones de seguridad real de la sociedad, como son una actividad estable y agradable, unos servicios estatales de calidad, una ampliación de las libertades civiles, el derecho a la intimidad, al uso del espacio público, en fin, el derecho a la ciudad, están acorralados.
He reseñado estas situaciones que mi Tesis me ha permitido ver, porque considero que apuntan a las causas del cambio que se operó en el paisaje y en los contenidos de la ciudad moderna, determinando su conversión en el fenómeno urbano globalizado que hoy sufrimos.
Haber diferenciado entonces, metodológica y analíticamente la ciudad moderna, o ciudad del imperialismo, de la ciudad globalizada o ciudad del imperio, ha significado diferenciar en la ciudad capitalista dos fases, pero además entender que la vieja dicotomía entre ciudades ricas del capitalismo central y ciudades pobres del Tercer Mundo, se ha diluido en un continuo que hace impensable la una sin la otra: esto es la ciudad globalizada.
El resultado es una tendencia híbrida en donde NY o París, han visto asomar en sus calles y barriadas, miserias y violencias tercermundistas, mientras en Bombay o Guayaquil el Primer Mundo ha aparecido también con toda su opulencia insultante. Los paisajes urbanos se han vuelto genéricos y las diferencias que antes daban personalidad a las ciudades han desaparecido en provecho de extensas zonas en donde dominan las mismas mercancías, caminan los mismos emigrantes y nos vigilan las mismas empresas de seguridad. No quiero decir que esta hibridación haya igualado las situaciones económicas del mundo en lo que a disposición de recursos monetarios y consumismo se refiere, sino, únicamente, que en el mundo globalizado la generalización de las relaciones capitalistas tardías y sus desigualdades abismales se expresan como una sola mancha planetaria, aunque con diferencias de grado.
De esto se deduce que la ciudad globalizada es un fenómeno del presente generalizado, en el cual, sus versiones ricas y pobres se entrecruzan y la una no puede existir sin la otra. Las dos comparten un espacio y tiempo atroz y producen lacerantes polarizaciones sociales, políticas, económicas, ecológicas y simbólicas, pero, unidas en una red planetaria comparten su destino en la tragedia, aunque podrían compartirlo también en la salvación.
Diferenciar la ciudad globalizada de su anterior, me llevó a pensar la ciudad reciente de manera crítica radical, es decir, buscando la raíces de su problemática y superar las meras descripciones del fenómeno. Descripciones, que en el caso de su versión rica incluso alcanzan niveles pintorescos y apologéticos, tendientes a convencernos de que los proyectos caros, aislados y espectaculares, también pertenecen “a la ciudad” y que “la comunidad” debe identificarse con los mismos. La falacia de estos mensajes populistas ardió hace trece días: los camisas rojas, sin miramiento ni pena incendiaron el centro comercial y bancario de Bangkok, emblema del progreso capitalista en Asia, pero del cual los condenados de esa tierra han estado y siguen excluidos.
Por otra parte y dado que las aristas en los espacios y tiempos urbanos en el Tercer Mundo son más desgarradores y sus contradicciones más agudas, pensar desde allá la ciudad globalizada me condujo a imaginar su superación no solo en términos de la tradición del pensamiento radical ilustrado, sino incorporando otras visiones y epistemologías, provenientes de pueblos y culturas invisibles a la percepción eurocéntrica.
Ver por ejemplo que el proyecto globalizador no incluye a las mayorías planetarias, y que los mandamases de la globalización están muy enterados de que si quieren seguir haciendo de las suyas, deberán deshacerse de esa gente que ni consume, ni les cree, ni apoya.
Nosotros los prescindibles, innecesarios o disfuncionales al proyecto globalizador y neoliberal, ¿debemos aceptar ese destino? La respuesta es clara o no tardará en aclararse, más aún cuando en la defensa de nuestras vidas y modos de ser, coinciden y convergen los intereses de la humanidad. Los miles de hondureños oponiéndose al golpe militar, la reciente huelga de los estudiantes de Puerto Rico, y todas las luchas en Latinoamérica contra el neoliberalismo, no hacen sino recordarnos aquello de que solo triunfa quien no le teme a la muerte.
Estas reflexiones apuntan a señalar la imposibilidad, inviabilidad e insustentabilidad de la sociedad y la ciudad capitalistas tardías. Estas han llegado a un punto donde sus dirigentes ya no pueden pensar y aplicar otro modelo de crecimiento que no sea el que vienen aplicando. El consumismo irresponsablemente atizado para salir de la crisis, es como un suicidio programado, en el cual, los medios son las mercancías. Solo que, las de hoy, ya no irradian el mismo fetichismo que señalara Marx, sino aquellas a las cuales se refiere José Luis Pardo (2010) en su libro irónicamente titulado: “Nunca fue tan hermosa la basura”.
El fracaso del neoliberalismo y su proyecto de desarrollo es reconocido cada día por más personas. Preguntadlo a los griegos o a los portugueses. Cada día se comprende más y mejor que el mantenimiento de las relaciones capitalistas en las condiciones sociales y ecológicas del presente resulta imposible y penoso, con el agravante de que sus beneficiarios insisten en mantenerlo por la fuerza de las armas y las acciones militares consumadas.
Es en este rumbo que se me presentó, como paso siguiente, buscar en los nuevos sujetos históricos las posibilidades de una nueva ciudad.
2
LOS CUERPOS DE LA MULTIUD EN LAS CALLES DE LA CIUDAD GLOBALIZADA
“La ciudad genérica produce un nuevo ser social, construido desde la materia híbrida de las diferencias, de las ausencias forzadas por las distancias del lugar de origen, de su voz suspendida, de la mirada extraviada. Este nuevo ser social irrumpe en la ciudad genérica descentrando su sistema simbólico de poder, aquel que nombra y legitima los nombres y ritos de la historia hegemónica.”
Francisco Jarauta.
El sistema mundo que ha logrado establecer el capitalismo tardío ha creado a pesar suyo las condiciones para el surgimiento de este “nuevo ser social”. Son los nuevos sujetos históricos que le contestan desde otras maneras vitales y verbales: el obrero social, o “multitud de singularidades” de la cual hablaba Negri (1999, pp. 73-74). habría hecho acto de presencia cuando y según él, “La vida ha subsumido lo abstracto después de que lo abstracto subsumiera la vida. El capitalismo nos había arrebatado lo concreto de la vida; hoy, lo concreto, lo singular se hacen con la abstracción, la mercancía, el valor. Se los arrebatan al capital y lo hacen a través de la ingenuidad de cuerpos potentes. (…) Historia de instrumentos, historias de trabajo: cuando el trabajo, en el paso de la modernidad a la posmodernidad deviene más inmaterial, la herramienta se metamorfosea, es decir, deviene más mental. (…) … lo abstracto de la función se ve sometido a la singularidad de la acción o, para ser más precisos, a la determinadísima potencia del cuerpo. Y –como hemos dicho– a la del lenguaje, a su expresividad.”
Es claro que la ciudad existe más que por sus objetos, por los sujetos que le dan la vida, por lo urbano. Sin sujetos, la ciudad es vestigio, cosa o ruina. No debemos extrañar que el capital considere prioritario –cuando se ocupa de las ciudades– el tema de su desarrollo físico, pues, su enfoque cosificador genera los contratos para la construcción de las obras públicas –y las comisiones–. Lo demás, la gente y el servicio público son solo pretextos.
Esta diferencia inicialmente establecida por Henry Lefebvre, y muy bien desarrollada en los análisis de Manuel Delgado sobre lo urbano y la ciudad, me llevó a proponer que el paso de la moderna a la globalizada no puede ser entendido solo como la aparición de los nuevos objetos en el paisaje de la ciudad, sino, sobre todo, como la aparición de los nuevos sujetos, quienes se constituyen en la órbita del nuevo trabajo. En consecuencia, los cambios en la forma de producir determinan los cambios en las relaciones sociales de producción y seguidamente, en la forma de la ciudad. De este modo, las expresiones auténticas que permiten la intelección de los nuevos procesos urbanos, debemos buscarlas en las floraciones de esas nuevas subjetividades emergentes que en el devenir se hacen y se muestran, abriéndose al porvenir, deviniendo otros, siendo contemporáneos.
Lo señalado en el terreno de la producción ha sido determinante para la transformación de la ciudad moderna en la globalizada y, lógicamente, para fundamentar la compresión de la polis en curso. El hecho de que la población mundial se haya vuelto mayoritariamente urbana a partir de 2007, y de que, en la ciudad globalizada su presencia choque de maneras nuevas y cada vez más fuertes con los intereses del sistema, muestran que el viejo conflicto entre capital y trabajo no se ha definido a favor de del primero, solo ha sido replanteado y su desenlace sigue pendiente.
En esta renovada oposición, los nuevos sujetos, es decir las nuevas subjetividades y sensibilidades, corresponden a los cambios productivos ya expuestos. Como no es posible separar el hacer y la forma de hacer, de la del ser, estos nuevos cuerpos, como singularidades u organizaciones sociales, tejen como nunca una subjetividad reticulada, flexible e inacabada, aunque dada su juventud no son del todo conscientes de las potencialidades de la nueva herramienta.
“El nuevo ser social” del que nos ha hablado Francisco Jarauta. Esos caminantes “desconocidos que han recibido el derecho a serlo”, a quienes Manuel Delgado se refiere en Sociedades movedizas (pág. 78). Incluso el “territoriante” de quien nos habla Francesc Muñoz, aluden a este nuevo sujeto que hoy camina por el laberinto globalizado, quien, con nuevas reivindicaciones y nuevos métodos de movilización y comunicación, en determinadas condiciones ya se opone abiertamente al imperio neoliberal. Lo vemos entre los hispanos y chicanos que repudian al fascismo en Arizona, o en Atenas negándose a pagar una crisis que ellos y ellas no la causaron. Lo vemos en los Andes de Ecuador, oponiéndose a las empresas mineras transnacionales, o saltando por encima de los muros de Tijuana.
Según Negri se habría producido una metamorfosis. Para Alba Rico (2009), una “mutación antropológica” aunque, éste último, reduce el alcance de dicha “mutación” solo a los países capitalistas desarrollados en donde dicho cambio sería tan solo un nuevo comportamiento cultural. (Considero que la focalización de este cambio en la percepción de Alba Rico, solo es el resultado coyuntural de la presión militar del poder capitalista frente a la potencia contenida en esos nuevos sujetos colectivos multitudinarios, que dada su condición mundializada, no se reducen a las áreas que concentran la producción de punta, la riqueza y las decisiones.)
Los nuevos cuerpos productivos de bienes y servicios, de cultura y subjetividad, son quienes constituyen el contra poder en los marcos del actual sistema y ya no son los viejos cuerpos modernos. En la nueva corporalidad, que es donde reside su subjetividad y su esfuerzo por ser, traen consigo, en sí, otras sensibilidades, maneras de conocer y expresar. De este modo es legítimo esperar, buscar o inventar, esas formas de expresión que den cuenta de la ciudad en la cual y a la cual resisten, pero sobre todo, den cuenta de la nueva polis que en sus cuerpos viene encarnada.
Manuel Delgado (2007, p. 104) observa esta situación cuando con motivo del turismo masivo nos habla de las “memorias innumerables, las prácticas infinitas, infinitamente reproducidas por una actividad que es a la vez molecular y masiva, microscópica y magmática.” Cuando nos dice que estas memorias y actividades hacen la ciudad que se opone a la del poder, al señalar que se trata de un “Universo de los lugares sin nombre, una ectoponimia, que no es sino lo contrario de una toponimia.” En donde “Hasta el propio turista sabe o no tardará en descubrir que las calles y las plazas de la ciudad que visita son archivos secretos y silenciosos, relatos parciales de lo vivido, recuerdos de gestas sin posteridad, marcos incomparables para epopeyas minimalistas, para quienes sólo tienen su propio cuerpo, incapaces de pensarse si no es en términos al mismo tiempo somáticos y topográficos.”
Pero por desgracia, no todo es optimismo en la apreciación de este nuevo sujeto histórico que en el día a día de sus puestos de trabajo la tiene muy dura.
Mohamed Barkat (2010), del Colegio Internacional de Filosofía de París, dijo en enero pasado: “La evaluación individualizada de la productividad crea una división en el interior de la persona. El trabajador ha sido transformado en una especie de empleador de sí mismo.” Agregó: “La lucha de clases se ha trasladado al interior de cada trabajador” (…), y también, que: “Nuestra civilización no es conciente de que está produciendo muertos vivientes, zombies”, lo cual sería una de las causas de la creciente ola de suicidios en los lugares de trabajo.
En la producción como en el consumo globalizados todas estas nuevas subjetividades nos hemos vuelto interdependientes. No existen los marginales ni los sin papeles ni los ilegales. Negros, chicanos, hispanos, son meras adjetivaciones para penalizar su presencia y justificar su represión. Ni siquiera los más pobres de los pobres, los intocables de la India, están fuera del sistema. Manteniendo diferencias de forma e intensidad, las nuevas subjetividades socio-históricas que encarnan estos nuevos agentes productivos interconectados y en red, si bien están constreñidas en el esquema de dominio y explotación capitalistas tardíos, a la vez están impelidos a la oposición, vital y técnicamente condicionados a la lucha por la libertad, en una situación socializada de nuevo tipo, que no puede sino terminar reventando los marcos que la constriñen.
Cuando ya nada está afuera de las murallas ni más allá de ningún mar ignoto, ni al otro lado del desierto o la selva, las últimas fronteras que el poder debe traspasar para mantenerse son nuestra piel y cerebro, ADN, órganos, en fin, nuestros cuerpos. Es por eso que el control de los mismos no excluye la amenaza de destruirlos en masa, ni la ingeniería genética para sustituirlos. Ahora sobre todo, que se encuentran concentrados mayoritariamente en las aglomeraciones post urbanas, dicha amenaza se ha convertido en el gran chantaje del poder imperial, en la razón máxima y última de su dominio.
Pero entre la manera moderna de hacer la guerra o de matar, y la actual, media un abismo. Es una diferencia que da la idea del cambio al que venimos refiriéndonos. Se trata de un cambio nunca visto que tuvo en Auschwitz su colofón industrial, y en Hiroshima y Nagasaki su cero inaugural. Son palabras de Alba Rico (2010), reflexionando sobre la tradicional manera de matar que por pavorosa que haya sido en los campos nazis, era lo que siempre se había visto: víctima y victimario frente a frente. No así cuando usan el bombardero para matar a distancia y a todos por igual. Y peor cuando las bombas son atómicas, pues con esto inauguraron la muerte nueva que según el autor, deja ya a la humanidad “potencialmente extinguida junto a los dinosaurios, perteneciente al pasado de una Tierra que nadie estudiará.”
Puede ser. Como también puede seguir siendo cierta aquella cita de Mao, según la cual, la suerte de la batalla siempre se decide a menos de cien metros de distancia.
3
LAS NARRATIVAS, FRENTE A LOS DISCURSOS DEL PODER
He propuesto que la manera tradicional de historiar la ciudad, o cómo adquiríamos conocimientos históricos sobre ella con fines operativos en los tiempos modernos, hoy ha perdido fuerza cognoscitiva, expresiva y persuasiva, cediendo paso a maneras más bien “literarias” en las cuales, sí encontramos las motivaciones subjetivas –de sujeto, ontológicas–, que conducen no solo a conocer su mundo y ciudad, sino a explicarlo, espacializarlo, y transformarlo.
Negri (1993, p. 36) se preguntaba “¿En qué sentido hablamos de sujeto? y se respondía así: “Hablamos de él entendiendo por sujeto un «ser común y potente» que se forma en el proceso histórico. Ser común: puesto que está compuesto de las necesidades comunes de la producción y de la reproducción de la vida. Ser potente: puesto que rompe continuamente estas necesidades para determinar innovación, para producir lo nuevo y el excedente de vida. El sujeto es un proceso de composición y recomposición continua de deseos y actos cognoscitivos que constituyen la potencia de la reapropiación de la vida.”
Y en la Carta a Raúl, sobre el cuerpo, Negri (2000, p. 73) dijo que por efecto de los cambios en el seno del capitalismo tardío, la nueva subjetividad social había fundido en los cuerpos producción y arte: “…hoy –afirmó– el cuerpo ya no es solo un sujeto que produce y que, produciendo arte, muestra el paradigma de la producción en general, la potencia de la vida: en lo sucesivo el cuerpo es una máquina en la que se inscriben producción y arte.”
Esto era importante para el desarrollo de mi Tesis, porque el tema del nuevo sujeto y sus cuerpos, sus espacios y tiempos, así como las narrativas que produce y la prefiguración de la ciudad que desea y que asomaría en dichas narrativas, son cuestiones que fueron adquiriendo cada vez mayor interdependencia.
Fredric Jameson (1991, p. 61) por su parte, refiriéndose a la crisis del sujeto moderno decía: “Si es cierto que el sujeto ha perdido su capacidad activa para extender sus protensiones y sus retenciones a través de la multiplicidad temporal, y para organizar su pasado y su futuro en una experiencia coherente, sería difícil esperar que la producción cultural de tal sujeto arrojase otro resultado que las «colecciones de fragmentos» y la práctica fortuita de lo heterogéneo, lo fragmentario y aleatorio.” Con estas palabras, Jameson confirmaba el cambio en el surgimiento de las nuevas narrativas y representaciones, y anunciaba otras formas expresivas que traería dicha novedad subjetiva, intuyendo la emergencia del nuevo sujeto.
Esta novedad, pensada como resultado de una nueva objetividad histórico social consumada, debería expresarse en consecuencia mediante las narrativas múltiples, mestizas, aleatorias, distintas a las narrativas logocentristas, unidireccionales, colonialistas. Con estas formas, la nueva situación habría comenzado a dotarse de palabras, más que explicando y representando, auto explicándose y presentándose. Lo haría en narrativas constituyentes que reescribirían su historia, reharían su memoria, construyendo o reconstruyendo sus pasados, virando de la resistencia y la denuncia a la reapropiación y la consciencia plena de sí, en tanto estarían dando forma a deseos tan potentes como el nuevo ser desde donde emergen. Por eso se opondrían al discurso y al historiar oficiales, constituido y desmemorizante, y tendrían un efecto inmediato en el análisis y en la deconstrucción de la ciudad globalizada. Pero también en las formalizaciones de la ciudad no globalizada, es decir, de la ciudad deseada.
Jameson, en el libro citado adelantaba elementos sobre dichas formalizaciones del deseo, lo cual, desde la perspectiva de mi Tesis confirma el advenimiento de otras formas de representar que corresponderían a ese sujeto nuevo. Éste, desde su cuerpo singular y colectivo las produce en el límite expresivo que se perfila entre la crisis de lo viejo y la debilidad de lo nuevo. Por esta razón, lo de Jameson, antes que ser un diagnóstico de un estilo que se extiende desde el pasado, es una constatación de algo distinto que adviene y prefigura la ciudad del nuevo sujeto.
Jameson, en la obra citada (p. 72-73) dijo también: “Me gustaría poder caracterizar la experiencia posmodernista de la forma con lo que espero que parezca una fórmula paradójica: la tesis de que «la diferencia relaciona».” Con lo cual aludió a “… las heterogeneidades y discontinuidades profundas de la obra de arte, que ya no se presenta en forma unificada u orgánica, sino prácticamente como un almacén de desperdicios o como un cuarto trasero para subsistemas disjuntos, impulsos de todo tipo y materiales en bruto dispuestos al azar. En resumen, la antigua obra de arte se ha trasformado en un texto para cuya lectura se debe proceder mediante la diferenciación y no ya mediante la unificación.”
Y dichas narrativas también, en tanto expresiones poiéticas del ser, pujarían por espacializarse pluralmente, y lo harían, desde otros paradigmas artísticos y tempoculturales que se opondrían al pasado-presente-futuro, tan necesario para la realización de las mercancías y el simbolismo discursivo de su fetichismo. Quizás porque también en el inmenso almacén de mercancías fetichizadas que fue el capitalismo, éstas tienden a perder su encanto y su valor, es decir a banalizarse.
Los geógrafos M. Dodge y R. Kitchin, citados por Pérez de Lama (2007, p. 63), confirman lo que sostengo. Ellos han dicho que “La lectura de autores como William Gibson –y Neal Stepheson– proporciona un entendimiento de los procesos urbanos más claro que el estudio de (Manuel) Castells o (Saskia) Sassen.”
Por su parte, José María Ezquiaga (2007, p.67) afirma que “Imaginar el futuro de la ciudad significa hablar de los miedos y deseos del presente más que de un ejercicio de predicación racional. Por eso resulta a veces más interesante indagar en las imágenes literarias o artísticas donde estos temores se expresan con mayor libertad que en los ensayos de prospectiva urbanística. Pensemos en dos películas de culto separadas por cincuenta años.” Se refiere a Metrópolis, de 1926, y Blade Runner, de 1982.
Y Manuel Albaladejo Martínez (2007, p. 7) hablando sobre literatura chicana y urbanismo de la ciudad norteamericana de Los Ángeles, señalaba que “… el estudio de la literatura chicana de Los Ángeles no supone un capítulo cualquiera en el conjunto de dicha historia literaria, sino que, muy al contrario, se trata de uno de los capítulos más fundamentales para poder comprender la configuración socioespacial adoptada en Los Ángeles a lo largo de estos últimos años.”
Las tesis de Albaladejo llevan a pensar que en el caso de Los Ángeles, no solo las obras de Luís Rodríguez, Alejandro Morales y Karen Yamashita –tres literatos contemporáneos del entorno chicano de esa realidad urbana– dan cuenta de la misma, sino que las propias trilogías de Edward Soja y Mike Davis: Geografías posmodernas, El tercer espacio, Postmetrópolis, Ciudad de cuarzo, Ecología del miedo y Urbanismo mágico, respectivamente, son parte de esta literaturización, que desde lo urbano angelino proyectan su luz para entender lo urbano globalizado.
Es innegable que todos estos estudios y narraciones, sumados a los de M. Berman, N. Chomsky, E. From, H. Marcusse, y los de la ciencia ficción crítica, están contribuyendo al imaginario analítico que deconstruye la ciudad globalizada, en el cual, ya son lugares comunes por ejemplo los siguientes:
- Privatización masiva del espacio público, ataque a los derechos ciudadanos y de uso de la ciudad,
- Regeneración urbana excluyente, desalojos de pobladores, restricciones de accesos,
- Estética neomilitar, paramilitarismo, vicariato, maras, mafias,
- Dispersión de las funciones urbanas,
- Entornos policiales, cibervigilancia, mercenarización de la seguridad, bases de datos personales, escaners, control satelital de las comunicaciones,
- Demonización de los pobres y los diferentes,
- Encierro de los pobres y las minorías en guetos y experimentación –en ellos– de armas y mecanismos de control y represión,
- Encierro de los ricos en urbanizaciones y edificios amurallados “inteligentes”,
En fin: la ciudad y la sociedad vigilada de la cual habló Foucault como la tercera modalidad del dominio moderno. Las tecnologías represivas físicas del cuerpo cediendo paso al uso de tecnologías subliminales, mediáticas, virtuales o farmacéuticas, buscando modificar y controlar las conductas y propiciar la autorrepresión.
¿Cuánta literatura y representaciones surgen desde éstas circunstancias? La mayoría para legitimarlas, pero las de mejor calidad, para convertirse en saberes narrativos, vivencias narradas o imágenes síntesis, símbolos e iconos críticos de estos tiempos.
Estas últimas aportan a las otras sensibilidades, a las que posibilitan en dicha ciudad a los latinos o hispanos en general, dar otros usos al espacio urbano, u otros valores simbólicos diferentes a formas arquitectónicas ya existentes. La suya es una actitud transgresora que se salta la legislación gringa y va imponiendo sus nuevas presencias, convirtiendo no solo a Los Ángeles sino a otras ciudades norteamericanas, en ciudades mestizas.
Ante esto el poder se ha erizado. La persecución a los emigrantes es abierta y busca frenar la apropiación del espacio por parte de los explotados, quienes en este caso son también identificados en las llamadas minorías o grupos no formales, raciales o marginales, quienes, a pesar de la represión, latinizan el urbanismo y la ciudad norteamericana. Rubén Blades canta algunas de sus historias. Manu Chao, otras.
Toda la intelección académica crítica que Soja y Davis han sacado a flote sobre lo sucedido en la ciudad norteamericana, según Albaladejo habría sido posible gracias a la construcción discursiva y expresiones críticas de los artistas latinos, en quienes, curiosamente se ha mantenido y manifestado la memoria como factor de resistencia y solidaridad.
De esto se deduce que en uno de los lugares más emblemáticos de la práctica y la teoría de los estudios urbanos actuales, Los Ángeles, se confirma el hecho de que su intelección no proviene del discurso oficial, sino de las narrativas emergentes de los sujetos que se ubican en el polo del contrapoder, tal como he afirmado en mi trabajo.
Las nuevas escrituras, o las andaduras de los nuevos escribientes que van trazando sus recorridos por el tejido urbano globalizado, critican la ciudad del presente. En sus huellas asoma el tratamiento de la memoria como una manifestación de presencia, en algo así como una necesidad de sus nuevos ojos que desean ver, o mejor dicho, rever sin mediaciones su pasado, es decir, el pasado que les conviene para fortalecer esa presencia y crear el escenario para la misma.
Dos ejemplos. El primero surge de los debates sobre la definición de franquismo que figura en el diccionario de la RAE. Las víctimas, como es público, se han movilizado exigiendo rectificaciones a dicha entrada. Y el segundo, surge del debate que ha comenzado en América Latina con motivo del bicentenario de la independencia, en donde, la historia oficial ha privilegiado el rol –importante desde luego, pero no único– del pensamiento ilustrado y masón del s. XVIII europeo. Un afán paradójico, pues quiere leer ese intento de independizarse de Europa con ojos europeos y sin tomar en cuenta las rebeliones indias, mestizas y negras, como las lideradas por Túpac Amaru en 1780 en el Perú, y la Toussaint Loverture, de Haití en 1793. Estas insurrecciones minaron el poder colonial desde cosmovisiones distintas que incorporaban en sus programas anticolonialistas tradiciones y puntos de vista andinos y africanos que insisten en aparecer. En los dos ejemplos, la reivindicación de la memoria histórica modifica la imagen de la ciudad, ya sea impulsando el retiro de símbolos del régimen, de calles y plazas de España, ya sea poniendo en valor lugares y sitios que, como el Qápac-Ñan (red de caminos del inca de más de 60.000 km. de longitud), concentran memorias ancestrales de los andinos originarios.
En estas nuevas narraciones el aporte de los pueblos de América Latina ha sido notable. Desde su experiencia ha sido posible la invención de formas expresivas elaboradas como el realismo mágico, la nueva novela histórica, la nueva novela negra, o los escritos zapatistas, claves para dotarnos de otros instrumentos expresivos y dar cuenta, en el lenguaje, de nuestra presencia.
Este proceso narrativo no se ha detenido, no fue ni es un moda, es una gema que irradia una luz reveladora del pasado para liberarlo del presente eterno. Es un proceso por hacernos de nuestra voz, antigua voz que no deja de dar una versión inédita de la ciudad, no tanto como descripción de la misma, cuanto como deseo de ella como polis solidaria, igualitaria y libertaria, como excedencia de ser, como ciudad bella.
La nueva palabra constituyente del contra poder, del nuevo sujeto productivo, de la multitud y sus singularidades, es el verbo que crea desde su radical materialidad y circunstancias nuevas la ciudad de la presencia. La crea como vivencia inmediata y como insistencia en el espacio de la infinitud, que es el espacio del ser, del ser que es. Hablo de un proceso verbal que vislumbra una definitiva independencia en tanto expresa las nuevas polis, la multitud de polis y sus diferencias, en contra de la glocalización globalizante que quiere engañarnos con adjetivaciones urbanas que ocultan lo sustantivo del dominio. Esta lucha por alcanzar la autenticidad narrativa, entonces, debe ser entendida como una lucha de nuevos procesos poiéticos singularísimos, como procesos creativos, artísticos, libertarios y liberatorios que tal como lo escribió Negri (1999, p. 75) no pueden sino ser “acciones que expresan desde el interior del actuar una práctica de lo bello.” . Narraciones que analizan y critican la ciudad globalizada y a la vez, descubren e inventan, imaginan y crean con su palabra, las nuevas polis de la multitud en el hacerse de sus presencias abiertas al porvenir. Otras palabras y distintas maneras de decir la ciudad, como parte de esa poética de la metamorfosis a la que Negri (1999, p. 76) aludió y que atraviesa “la ocupación y navega en la red, pinta a la Basquiat en los transportes públicos y escribe poesía a la Seattle… y propone en lo social, en la metrópoli, lucha de clases y liberación. Una lucha por apropiación de herramientas cada vez más potentes, de expresión de deseos cada vez más ricos y lenguajes cada vez más eficaces, de goce de una comunicación cada vez más abstracta y de una poética cada vez más singular.”
La emergencia de otras formas expresivas no solo tiene que ver con la narrativa diversa que asoma en los textos críticos, o en las nuevas manifestaciones de la literatura crítica que hablan desde la ciudad de la otredad, sino que dichas manifestaciones surgen en todas las artes para configurar el paisaje estético y poético de la multitud en el despliegue constituyente de su tiempo nuevo.
4
EL TIEMPO DE LA PRESENCIA
En mi Tesis es un cuestionamiento del tiempo del poder capitalista globalizado cuyo paradigma es el eterno presente, o futuro que ya habría llegado.
Los tiempos nuevos que corresponden al nuevo sujeto histórico, no pueden producirse sin un cambio que también tiene que darse en los paradigmas tempo culturales, con lo cual, replantearían las maneras de narrar, de decir su historia y finalmente de hacerla.
La crisis en la noción temporal imperante, vista por Christine Guci-Gluksman (2007, pp. 47-48) es como sigue: “El desarrollo mundial de todas las culturas de los flujos, los de la información, los medios, las nuevas tecnologías y lo virtual, ha dado lugar a un tiempo cada vez más estallado, no lineal y no unificado, incluso no direccional. (…) el estallido aquí es de tipo mecánico, o proviene de efectos maquínicos que reconstruyen lo social, las identidades y los territorios de lo imaginario y de la creación, en un doble movimiento de desterritorialización-reterritorialización propia de una globalización que lleva consigo todos los integrismos y los conservadurismos. De modo que el paso del historicismo anterior al actualismo contemporáneo se ha traducido por lo que Kaki Laïdi llama el nacimiento del hombre-presente. Un presente autosuficiente, autárquico, separado de su pasado, sin proyecto ni utopía, que corre el riesgo de entrañar una destemporalización del tiempo propia de esta forma sincrónica del mundo que suprime los horizontes de espera del pensamiento crítico de un Koselleck.”
Y continuando con su crítica a este presente, agrega:
“Esta aniquilación de la sucesión propia del paradigma tecnológico e informacional engendra una comprensión instantánea, un tiempo indiferente y glaciar próximo al tiempo intemporal de los dominantes.” (P. 48).
Esta es una razón por la cual en mi Tesis asoma de manera recurrente el concepto de presencia como opuesto al de presente, criticado allí a partir de los análisis de José Luis Pardo y otros, y fortalecido aquí por lo de Buci-Gluksman. El contenido del concepto de presencia, aplicado al estudio de la ciudad globalizada, o ciudad del eterno presente, surgió entonces para contribuir a la articulación de la crítica del paradigma tempo cultural dominante en esta ciudad, e imaginar, la posibilidad de un tiempo alternativo adecuado a la subjetividad de quienes la contestan.
La presencia es así un concepto contemporáneo, porque, como señalaba Giorgio Agamben (2009), entre otras cualidades es contemporáneo “… aquel que no coincide perfectamente con (su tiempo) ni se adecua a sus pretensiones y es por ende, en ese sentido, inactual; pero, justamente por eso, a partir de ese alejamiento y ese anacronismo, es más capaz que los otros de percibir y aprehender su tiempo.” (…) “La contemporaneidad es, pues, una relación singular con el propio tiempo, que adhiere a éste y, a la vez, toma su distancia; más exactamente, es "esa relación con el tiempo que adhiere a éste a través de un desfase y un anacronismo". Los que coinciden de una manera excesivamente absoluta con la época, que concuerdan perfectamente con ella, no son contemporáneos porque, justamente por esa razón, no consiguen verla, no pueden mantener su mirada fija en ella.”
Se trata asimismo de un concepto que reivindica la singularidad y la autenticidad de los nuevos sujetos, en contra de las pretensiones de identificarlos con los discursos del poder.
La presencia puede durar un instante, una vida, una era. Su duración no depende del paso natural del tiempo, sino de la conciencia crítica que del mismo se tenga desde la antinaturalidad que caracteriza a lo humano, y desde lo excepcional de sus singularidades.
Es antialienante y anticapitalista, en tanto devuelve el tiempo al individuo a fin de que pueda buscar la realización de su excepcionalidad en las condiciones técnicas que si bien han sido gestadas por el capitalismo tardío en su carrera nihilista, también posibilitan su inversión.
El presente eterno del tecnofascismo, no se abre, no pude abrirse al porvenir de ninguna presencia humana. Lo suyo es la cosa inerte, no la vida. En el futuro post humano con el que sueñan los dominantes, no cabe el concepto de humanidades ni libertades. No cabe la idea de la polis. Cabe la instrumentalidad y la obediencia de los clones, los drones, los cyborgs, los engendros salidos de la experimentación eugenésica, los robots que no envejecen. En el refugio antinuclear, la estación espacial o la colonia en Plutón, no estaremos nosotros. Estarán las máquinas. El robot del bicentenario, jugando con el big-dog de seis patas que nunca se cae. Nuestra noción de antinaturaleza surgió desde la posibilidad de pensar en la infinitud de lo humano y la libertad, pero los chismes “científicos” del tecnofascismo han surgido contra esa posibilidad desde el nihilismo capitalista terminal.
Fueron las nuevas tecnologías informáticas las que abrieron la necesidad de pensar las nuevas dimensiones temporales inherentes a los nuevos sujetos urbanos que van por la ciudad globalizada, a plantear que la temporalidad dominante, no puede ser la misma para los nuevos sujetos en curso. A inicios del siglo XXI estamos ante un personaje distinto al flaneur, al psicogeógrafo del situacionismo, a los performers fluyentes del grupo Fluxus (de Maciunas), o a los transurbanitas de quienes nos hablan Careri y Romito. Aunque quizás el nuevo sujeto a quien venimos aludiendo, tiene algo de todos estos, en tanto, todos ellos habrían anunciado su llegada.
Una de las cualidades de este nuevo sujeto, como lo señala Delgado en Sociedades movedizas sería la de ser un sujeto actual, pero cuya actualidad ya no es entendida como lo que somos, sino como aquello en lo que estamos a punto de ser, es decir, en tanto devenimos otros. Y así, cuando Delgado (2007, p. 77) comenta las experiencias del grupo Stalker, dice que las mismas “consisten en transitar entre lo que es seguro y cotidiano y lo que es incierto, por descubrir, generando una sensación de desazón, un estado de aprehensión que conduce a una intensificación de las capacidades preceptivas; de este modo, el espacio asume un sentido; por doquier, la posibilidad de un descubrimiento, el miedo a un encuentro no deseado.” Dicho de otro modo: en ciertas búsquedas artísticas ya se percibe si no el paso, la necesidad de pasar desde la siniestra y violentísima certidumbre del presente o futuro del capital, a la incertidumbre gozosa de la presencia y la aventura aleatoria, apasionada e inútil del vivir.
Esta presencia la encarna el obrero social, el personaje multitudinario que camina en el borde del ser y del no-ser. De un lado va poseído por la ciudad globalizada que no le pertenece pero que le deslumbra con sus luces y atrapa en sus redes enajenantes espacio-temporales, reduciéndole a una situación alienada en la cual se le pide identificarse con los valores del poder. El embrujo le dificulta desidentificarse y alcanzar su autenticidad. Pero las pócimas encantadoras que convierten al sujeto en un habitante ausente de sí, cautivo en el presente, contienen también, paradójicamente, ingredientes para su liberación. Éstos vienen dados en la creciente socialización que generan sus relaciones productivas en red, por las posibilidades de la comunicación instantánea o las de la movilización automática, entre otras circunstancias técnicas que le son inherentes. Dichas circunstancias podrían revelar súbitamente al nuevo sujeto su condición de tal, esto es, su ser nuevo y auténtico, capaz de pasar de la ausencia o enajenación, a la presencia plena de conciencia y gozo, al descubrimiento de su capacidad social de poner en marcha el artificio de su liberación.
Lo auténtico, no significa aquí ninguna esencia inmutable. Se refiere a la posibilidad del sujeto de desplegar sus potencialidades y devenir en lo que su tiempo, cuerpo e imaginación se lo permitan. Ser auténtico es el premio al deseo irrenunciable a la contemporaneidad de este sujeto, mejor dicho a su condición técnica –inclusive más que a su deseo–, por devenir otro.
Según lo explicó Negri (1999, pp. 65-66), esto ha tenido lugar cuando la subsunción real y total del capital sobre la sociedad es algo consumado, “es decir, del dominio en el que todas las categorías de la vida se ven reducidas a una sola forma, funcional a la reproducción capitalista de la sociedad (…), pues bien, esta determinación es absolutamente contradictoria. Choca inmediatamente, en este nivel de desarrollo, con un alternativa radical, que es de rechazo del dominio capitalista sobre la actividad productiva.”
Por todo esto, dudo que en las actuales condiciones tecnológicas y las relaciones sociales de producción que les corresponden, este salto cualitativo desde el presente hacia lo que yo llamo la presencia, sea el resultado de un proceso largo. Peor una larga marcha. Creo que será un súbito pantallazo, una inesperada iluminación social, un hecho insólito e irreversible que puede sobrevenir de un momento a otro. Algo así como un despertar felices en una habitación en la cual, no terminamos de convencernos que nos acostamos ayer.
La ciudad de la presencia es por lo tanto la ciudad del sujeto liberado y auténtico, o la negación de la ciudad globalizada del presente y de su tiempo destemporalizado y deshumanizado.
5
MEMORIA HISTÓRICA Y PATRIMONIO URBANO
La ciudad recoge en sí la historia evidente y oculta de los devenires múltiples. Si bien Benjamin dijo que toda obra de cultura lo es a la vez de barbarie, nuestros esfuerzos por superar la barbarie no implican la demolición de las obras que las sociedades han construido bajo la égida de la explotación y el sufrimiento. La ciudad, al menos ciertas partes de ella, son el continente de lo urbano y, la liberación de este último, no pasará precisamente por la destrucción de esa ciudad y su memoria. Esto quedó muy claro cuando en Bagdad, quienes bombardearon y propiciaron el saqueo de sus sitios históricos, fueron las tropas de ocupación.
En este orden de cosas los conjuntos urbanos, monumentos y sitios de valor excepcional, si bien es cierto que ahora son espectacularizados o banalizados para vender su imagen al turismo consumista, no por ello debemos proponer su desaparición sino su rescate para una lectura no espectacular ni turística, es decir, para una lectura que ayude a construir y reconstruir memorias urbanas anticapitalistas y liberatorias que nos libren precisamente de hundirnos en los abismos del olvido o del mercado.
El devenir de lo social va dejando huellas tangibles en la ciudad y la va modificando en un inacabable hacerse. Lo urbano y el urbanita no hubieran surgido ni existirían sin ese soporte material de su memoria que es la ciudad. Soporte que a veces ha devenido cárcel o gueto, pero también y a veces, crisol y escenario de grandes transformaciones. La ciudad es un hecho histórico y nuestro reto en relación con las huellas, vestigios y sitios memorables, es respetarlos y conservarlos.
Manuel Delgado (2007), hablándonos de la relación entre memoria y espacio urbano trae a colación, de la película Hiroshima, mon amour el paseo nocturno de aquella mujer que en las calles de Hiroshima recuerda a Nevers, “en una transustanciación –dice el autor– que muta y desfigura los lugares por los que transcurre y obliga al transeúnte a, como en un sueño, reconocer en ellos la reverberación y la sombra de otros espacios en otros momentos. Esté uno en donde esté, incluso en la propia ciudad, la no-ciudad, la ciudad absoluta acecha para recordarnos ese sitio en ningún sitio en que todo se desintegra y se vuelve a formar.” (P. 78-79).
Pues para propiciar experiencias como la anotada, necesitamos rescatar y mantener esos lugares que dan espesor a nuestros recuerdos.
Los textos críticos del manejo que se hace de los valores patrimoniales de la ciudad de Cuenca del Ecuador, declarada por la UNESCO “patrimonio cultural de la humanidad” en 1999, me han permitido demostrar en mi Tesis que, la agresión contra la memoria es también un hecho antiurbano globalizado y, a la vez, que un nuevo tratamiento de la memoria y del patrimonio, opuestos al olvido intencionalmente programado, surgen en todas partes. Se trata así de una sensibilidad y actitud que se opone al futuro con el que los fundamentalistas del mercado destruyen espacios excepcionales de las ciudades, para exponer y vender luego sus máscaras mortuorias o réplicas de plástico, vidrio y cemento.
La presencia, la memoria, la experiencia, el deseo, han demostrado que son categorías tempoculturales útiles en la lucha por otros tiempos y otra ciudad. En este contexto, las ideas que he desarrollado en mi Tesis en pro del patrimonio cultural urbano y arquitectónico han sido entendidas como parte de la construcción de esa experiencia narrada, que da espesor al tiempo de los nuevos sujetos históricos en su afán constituyente de otros espacios y temporalidades.
6
LAS APORTACIONES ORIGINALES
He profundizado la diferenciación entre la ciudad moderna y la globalizada luego de un análisis radical del aspecto productivo, haciendo depender de esto la descripción de los cambios físicos operados en las formas y paisajes urbanos. A partir de aquí desarrollé reflexiones que ayudan a organizar un panorama analítico e interpretativo coherente de lo que es la ciudad globalizada.
Establecí la presencia de los nuevos sujetos históricos que la caracterizan, y lo que en sus cuerpos y mentes significan los cambios productivos, representativos y bélicos, aclarando su situación en la ciudad del capitalismo tardío.
Consecuentemente, en el ejercicio de historiarla, cuestiono las maneras discursivas oficiales contraponiéndolas a las narrativas críticas que emanan desde las subjetividades múltiples o nuevos sujetos. El conocimiento narrativo que de ello deviene, demuestro que es más adecuado para comprender las contradicciones, los cambios y tendencias de esta nueva ciudad, y quizás, los atisbos de lo que podrían ser sus alternativas.
He desarrollado una crítica de las concepciones tempoculturales del capitalismo, evidenciando que la percepción del futuro como el tiempo ideal del capitalismo clásico se ha modificado por la necesidad del capitalismo tardío de eternizar su presente. Como resultado de esta crítica he propuesto el concepto de presencia como alternativa de otro tiempo: el que correspondería a la multitud de singularidades.
A la concepción vigente que se apoya en la linealidad temporal de pasado-presente-futuro, he opuesto la de experiencia-presencia-deseo, como una propuesta desde la ética de la multitud de singularidades y como resultado lógico de las características objetivas y subjetivas de los nuevos sujetos vitales que la conforman. Este análisis de los paradigmas tempo culturales ha sido pensado desde las posibilidades tecnológicas traídas por las nuevas formas de socialización que han aportado los cambios productivos y simbólicos contemporáneos.
He señalado que la presencia de las singularidades de los nuevos sujetos productivos sociales y multitudinarios es el aspecto principal en el aparecimiento de una polis alternativa a la globalizada. He argumentado que esta otra ciudad se trataría de una emergencia que no es la síntesis de nada precedente, sino algo así como un estado del tumultus, o el devenir del clinamen espinoziano, que en su radicalidad materialista fundamenta el porvenir imparable de la multitud que –espero– arrollaría al tecnofascismo.
He explicado que al ser la presencia un esfuerzo por fortalecer la carnalidad y la conciencia plena de las vivencias –en la mejor tradición humanista y libertaria–, los ilusionismos del presente eterno y sus satisfacciones virtuales, vicarias, pueden ser sustituidos por satisfacciones más tangibles y vitalmente enriquecedoras. Por tanto, el deseo desde la presencia, es en esta conceptualización, una fuerza potenciada en la invención de mundos o de humanidades.
Como resultado de lo anterior y en el desarrollo del concepto de presencia, se explica que la experiencia venga a potenciar la memoria como factor constituyente de las nuevas subjetividades y su tiempo. De esta forma he usado dichos conceptos para ensayar una crítica al manejo neoliberal de los patrimonios urbanos tangibles en el caso concreto de una ciudad patrimonial, considerando que la reapropiación del tiempo implica una reapropiación del espacio, como parte sustancial de la reapropiación del ser.
Esta característica o giro de mi trabajo, me llevó a ver en lo patrimonial urbano y arquitectónico una posibilidad de fortalecer dicha memoria histórica en términos más benjaminianos, a fin de construir otros pasados que fortalezcan los deseos de liberación y de plenitud vital, es decir, apoyen la posibilidad de una nueva polis que en este caso la he propuesto como la ciudad de la presencia.
El estilo en el cual he redactado la Tesis, recoge pulsiones narrativas actuales y contemporáneas en los sentidos que he dado aquí a dichos términos.
Cuando revisé mi Tesis con el objetivo de redactar la presente intervención recordé que Fredric Jameson (1991) había señalado, que una nueva manera de textualizar habría asomado en el capitalismo tardío. Notó que los nuevos textos se mostraban como “colecciones de fragmentos” (p. 61). Dijo que “la unidad del poema no ha de buscarse ya en su lenguaje sino fuera de él, en la unidad obligada de otro libro ausente”. Explicó que los nuevos textos “… han mostrado una tendencia a exaltar la disyunción hasta el punto de que los materiales de un texto, incluidas las palabras y frases, tienden a dispersarse en una pasividad inerte y fortuita, como conjuntos de elementos que mantienen relaciones de mera exterioridad, separados unos de otros.” (P. 73).
Luego de dicho lo anterior, insistía en que nosotros, espectadores –o lectores posmodernos–, ante la acumulación de diferencias y discontinuidades debemos percibir dichos conjuntos de signos y mensajes quizás potenciando lo que antes llamábamos “relación”, para lo cual, el término collage “no es todavía más que una denominación muy pobre”.
Pues bien, a falta de otro término, en alguna parte de mi Tesis, había señalado que me gustaban los textos collage, los cuales, en algún modo, estaban marcando el desarrollo del mío y quería, con el guiño, dar una clave para su lectura.
Las teorías sobre el hipertexto también explicarían la dirección estilística de mi trabajo. Su hechura, tanto como sus contenidos, pertenecen a las escrituras de la posmodernidad, pero también a las del postcolonialismo, las dos, alusiones, cuando no eufemismos, para referirse a textualizaciones surgidas en el capitalismo tardío. En el primer caso por lo que a uso arbitrario de significantes se refiere y, en el segundo, por lo que sus significados puedan tener de resistencia y búsquedas constituyentes de los nuevos sujetos postcoloniales y su formalización en textos, en lenguaje, afectado también por los requerimientos de nuevas exigencias y maneras expresivas. La relación entre las cualidades del hipertexto y ciertas manifestaciones del arte contemporáneo es notoria y no considero extraña su influencia en el estilo en el cual he redactado mi Tesis. La dispersión de la autoría dada la diversidad de fuentes, el descentramiento de sus propuestas en varios núcleos de atención, las digresiones en torno al curso fundamental sugerido, el flujo constante de otros textos y la sensación de un texto en red que alude a un cerebro panal, abierto a intelectuales colectivos, la forma desprendida de prescripción alguna, sus historias sin fin y pensamiento no lineal, insinúan que la fuerza democratizadora de la lectura-escritura contemporánea, puede renovarse contra las escrituras y pantallas correctas del poder.
En este sentido la influencia hipertextual habría contribuido a que la meta o el futuro soñado hayan desaparecido. Que en el escrito no sea casual el reclamo de “la presencia”, que allí se preste importancia a “la memoria” para fortalecer esa presencia, y que en vez de futuro, hable del “deseo” como resultado de esa presencia más potente. Con lo cual, más que un juego –y este sería un aporte desde una perspectiva postcolonial– es un texto que llama a reivindicar en el aquí y el ahora lo que pertenece a los productores de mundos, de subjetividades, de culturas distintas. Hablo entonces, de una influencia de las sensibilidades y formas narrativas contemporáneas en el texto presentado, con lo cual, creo también haber contribuido a las maneras de escribir estos registros académicos.
El desorden y la ambigüedad, los reciclajes, las permutaciones… son usados en su manera de textualizar. O de escribir, como cuando se camina a la deriva en el sentido situacionista. Disipa las estructuras clásicas y técnicamente permite, como aplicación lúdica de las teorías fractales, ir hasta el infinito en la búsqueda de explicaciones pero sin reproducir lo mismo, sino ampliando el conocimiento de lo que motivó ese dispararse de las averiguaciones resultantes de pinchar y pinchar direcciones electrónicas que nos remiten a otras, y éstas a otras más.
Se ha dicho que el hipertexto es un híbrido de mesianismo, posesión y utopía en tanto se exhibe como posibilidad de libertad e igualdad, ya que, como se ha dicho también, deja abierta la posibilidad de que el lector utilice o rearme lo que lee a su manera.
Es esto lo que de algún modo he hecho con los materiales que he usado, encontrados en las derivas textuales que no pretenden llegar a, sino tan solo señalar un recorrido que tiene mucho de experimental. Esta percepción, lo confieso ahora, se produjo cuando el trabajo estuvo concluido.
Finalmente considero que mi Tesis contribuye a renovar y actualizar los estudios académicos sobre la ciudad, las relaciones entre la ciudad, las artes, el lenguaje y la literatura contemporáneas, y de hecho con la arquitectura actual. Pienso que abre perspectivas a una administración diferente de las ciudades, y desde luego a encontrar temáticas y detectar sensibilidades antiglobales y altermundistas.
En consecuencia, mi Tesis habla de una ciudad de otros tiempos: solidarios, igualitarios y libertarios, como si estuviera caminando por ellos. Habla de la ciudad de la alegría que se crece entre los buenos recuerdos y lo bueno por conocer. Y habla, en fin, de esta posibilidad excepcional, contra la regla quizás trágica de la fatalidad aparente y olvidadiza.
Y con esto, señora y señores, he concluido mi exposición.
El honor y el privilegio de haber sido examinado por un Tribunal de tanto prestigio académico, me obliga a reiterar a todos sus miembros mi reconocimiento y gratitud imperecederas.
SEGUNDA PARTE
Toma la palabra el Dr. José Luís Oyón Bañales, Secretario del Tribunal.
–¿Prefiere el doctorando responder una por una las preguntas de los señores miembros del Tribunal, o responderlas todas y al final?
Doctorando:
–Todas, al final.
Los miembros del Tribunal hacen sus intervenciones y presentan sus inquietudes y preguntas.
El doctorando agradece las intervenciones realizadas por la señora y los señores miembros del Tribunal y procede a contestar de manera sumaria sus preguntas. En seguida el Dr. Oyón manifiesta que en este momento puede hablar cualquier Doctor presente en la sala.
Interviene el Dr. Rovira, Director de la Tesis para recordar que el doctorando se vinculó a la Escuela de Arquitectura de la UPC desde el año noventa y dos cuando vino a realizar su Masterado. Señala que dada la naturaleza de la Tesis y la formación del doctorando, él prefirió dejarle en libertad para que la realizara y redactara a su manera. Declara que en este caso ha tenido especial cuidado para organizar éste excelente Tribunal que juzgará el trabajo del doctorando.
El Dr. Jarauta agradece la intervención del Dr. Rovira y, como Presidente del Tribunal, pide al público salir porque los miembros del mismo se instalarán a deliberar y emitir la calificación de la Tesis.
Al cabo de unos minutos se reinstala el acto.
El Dr. Oyón da a conocer que el Tribunal ha concedido al doctorando la máxima calificación:
“EXCELENTE CUM LAUDE”
El Dr. Oswaldo Páez Barrera se acerca a recibir las felicitaciones de los miembros del Tribunal.
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La Tesis doctoral Oswaldo Páez Barrera: La ciudad de la presencia: memorias, deseos y narrativas, fue publicada por la Universidad Politécnica de Cataluña, España, en Junio de 2010.
Edición digital disponible en internet. 740 páginas. Registro de Propiedad Intelectual de Barcelona, solicitud Nº B-3166-99, del 16-06-2009.
http://www.tesisenxarxa.net/TDX-0615110-134128/
Para descargar el archivo: clic en el recuadro final: TROPB1de1.pdf
LA CIUDAD DE LA PRESENCIA: MEMORIAS, DESEOS Y NARRATIVAS
Intervención del doctorando.
Barcelona, 2 de junio de 2010.
Rafael Oswaldo Páez Barrera
Intervención del doctorando
Universidad Politécnica de Cataluña –UPC-
Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona -ETSAB-
Departamento de Composición Arquitectónica
Barcelona, 2 de junio de 2010. España
CONTENIDO
Tribunal de Tesis 3
Primera parte
Resumen 5
1.- Ciudad moderna y ciudad globalizada 6
2.- Los cuerpos de la multitud
en las calles de la ciudad globalizada 14
3.- Las narrativas frente a los discursos del poder 19
4.- El tiempo de la presencia 26
5.- Memoria histórica y patrimonio urbano 31
6.- Las aportaciones originales 33
Segunda parte 38
Referencias bibliográficas 39
Intervención leída en castellano por el Doctorando Rafael Oswaldo Páez Barrera en el Acto de Lectura Pública de su Tesis Doctoral, previo a la obtención del Título de Doctor por la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), acto que tuvo lugar el Aula Pi Calleja de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, UPC, España, el 2 de junio de 2010.
Publicado por el autor.
© Rafael Oswaldo Páez Barrera, 2010.
Tribunal de Tesis:
PRESIDENTE:
Dr. Francisco Jarauta Marión,
Área de Filosofía de la Universidad de Murcia
SECRETARIO:
Dr. José Luís Oyón Bañales,
Departamento de Urbanismo y Ordenación del Territorio,
de la Universidad Politécnica de Cataluña
VOCALES:
Manuel Delgado Ruiz,
Área de Antropología Cultural, Historia de América y África,
de la Universidad de Barcelona
Dr. Francesc Muñoz,
Área Geografía Humana
de la Universidad Autónoma de Barcelona
Dra. María Rubert de Ventós,
Departamento de urbanismo y Ordenación del Territorio,
de la Universidad Politécnica de Cataluña.
DIRECTOR DE LA TESIS:
Dr. José María Rovira Gimeno
Departament de Composiciò Arquitectònica
Escola Tècnica Superior d’Arquitectura de Barcelona
Universitat Politècnica de Catalunya
Primera parte
El Dr. Francisco Jarauta Marión, Presidente del Tribunal de Tesis, instala el acto de Lectura Pública a las 11:00 a.m. del 2 de Junio de 2010 y otorga la palabra al doctorando para que realice su exposición.
Habla el doctorando:
Señora y señores,
amigos y amigas aquí presentes:
Es para mí un honor ser examinado por un Tribunal como el que vosotros integráis. Recibid mis agradecimientos por haber leído mi Tesis y por vuestra presencia en este acto académico.
Seguidamente desarrollaré la exposición sobre mi trabajo. No intentaré una síntesis del mismo, más bien trataré de ampliar sus alcances, implicaciones y relaciones internas, en ciertos casos con ideas surgidas como resultado de haberlo concluido y disponer, ahora, de una visión más clara de lo que la Tesis me permitió investigar.
Su título general:
LA CIUDAD DE LA PRESENCIA:
MEMORIAS, DESEOS Y NARRATIVAS
RESUMEN
La Tesis sobre la cual voy a tratar es un conjunto textual y conceptual que parte de diferenciar la ciudad globalizada de su anterior, la ciudad moderna. Las dos, ciudades del capitalismo, aunque con notables diferencias.
Se trata de un enfoque crítico e interpretativo que no se queda en la descripción del fenómeno, con lo cual se propone la necesaria transformación de este tipo de ciudad en otra que he llamado la ciudad de la presencia, en mi opinión, igualitaria, solidaria y libertaria.
Quienes estarían construyendo o consiguiendo este propósito serían los nuevos sujetos históricos que la misma ciudad globalizada, del capitalismo tardío, o del imperio, ha generado. Explicaré por qué dichos sujetos se diferencian de los proletarios del siglo XX, en tanto, y partiendo de los estudios de Antonio Negri, son caracterizados como una fuerza constituyente históricamente nueva, surgida de las condiciones sociales aportadas entre otras causas por la informática.
Sostengo que estos sujetos, en tanto actuales, es decir capaces de mantener una distancia crítica con respecto al tiempo del poder –que es una especie de presente eterno–, son los factores del cambio de este sistema. Para mí, su tiempo sería el de la presencia, desde cuya conciencia potenciada podrían reinterpretar su pasado y desear otra ciudad, otra polis y en definitiva, otra sociedad.
Digo que los nuevos sujetos estarían prefigurando en el lenguaje su nueva condición ontológica, la cual lleva a buscar en las representaciones y narraciones críticas actuales, su huella. Tales narrativas, en mi opinión, traerían o dejarían traslucir, una potencia inédita en la forma de expresar y de narrar en sus propuestas múltiples, plurales y multidireccionales.
En este constituirse en la narración y en el lenguaje, considero que se retoma la vieja profecía benjaminiana: el pasado, la memoria, las experiencias, pueden cumplir un papel revolucionario. De este modo, y al tratarse de un estudio sobre la ciudad, mi Tesis toma como ejemplo las polémicas sostenidas sobre el tratamiento del patrimonio tangible, testigos o vestigios urbanos de una ciudad declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad y, presenta algunos textos críticos en los que se expresarían estas nuevas circunstancias.
Se trata en consecuencia de un trabajo teórico que piensa la posibilidad de romper la regla fatal del neoliberalismo en lo referido a la ciudad y lo urbano.
1
CIUDAD MODERNA Y CIUDAD GLOBALIZADA
Establecer teóricamente cómo la ciudad moderna habría sido modificada por las nuevas condiciones impuestas por el capitalismo tardío, fue la primera cuestión con la cual me enfrenté al acercarme al tema de mi Tesis.
Los estudios sobre la ciudad se habían desarrollado en las últimas décadas al punto de dejar establecido que las estructuras urbanas responden a las estructuras sociales y culturales, siendo, unas y otras, determinantes para juzgar las formas y los paisajes de la ciudad. A partir de allí, mis reflexiones se encaminaron a estudiar la ciudad en la cual vivimos, no solamente como hecho físico aislado, sino como un fenómeno que de manera directa dependía y podía explicarse desde las situaciones sociales engendradas por las modificaciones operadas en las relaciones de producción, durante las tres últimas décadas.
El fin de las formas de producir fordistas significó el paso del obrero masa, de las grandes fábricas y sus cadenas de montaje, al obrero social, que sumó al anterior los asalariados terciarios, a los de la economía sumergida, a trabajadores altamente cualificados, pero, sobre todo, desbordó la producción más allá de la fábrica. Estos cambios comenzaron a ser percibidos por los estudios urbanos, aunque muchos de ellos no establecen aún que luego de la ciudad moderna, o metrópolis, que habría correspondido al obrero masa, un nuevo fenómeno urbano correspondiente al obrero social, ha llegado. Los nombres de esta nueva ciudad son muchos, pero en mi Tesis y en esta exposición, me manejo con el de ciudad globalizada.
Hemos asistido a la génesis de una nueva forma de capitalismo. En La era de la información, de Manuel Castells (1999, p. 387-388), leemos: “Un nuevo mundo está tomando forma en este fin de milenio. Se originó en la coincidencia histórica, hacia finales de los años sesenta y mediados de los setenta, de tres procesos independientes: la revolución de la tecnología de la información; la crisis económica tanto del capitalismo como del estatismo y sus reestructuraciones subsiguientes; y el florecimiento de movimientos sociales y culturales, como el antiautoritarismo, la defensa de los derechos humanos, el feminismo y el ecologismo. La interacción de estos procesos y las reacciones que desencadenaron crearon una nueva estructura social dominante, la sociedad red; una nueva economía, la economía informacional/global; y una nueva cultura, la cultura de la virtualidad real. La lógica inserta en esta economía, esta sociedad y esta cultura subyace en la acción social y las instituciones de un mundo interdependiente.”
Castells, precisaba que en este cambio, “La tecnología de la información ha sido la herramienta indispensable para la puesta en práctica efectiva de los procesos de reestructuración socioeconómica. De importancia particular fue su papel al permitir el desarrollo de redes interconectadas como una forma auto expansiva y dinámica de organización de la actividad humana. Esta lógica de las redes transforma todos los ámbitos de la vida social y económica.” (p. 388)
La novedad radicaba en que las maneras de producir conocidas hasta el inicio de los setenta y que se apoyaban en la grandes instalaciones fabriles con millones de obreros, comenzaron a verse afectadas por las nuevas tecnologías informáticas que permitían al capital producir más, en menor tiempo, con mejor calidad, a menores costos y sobre todo, con menos personal, incidiendo de este modo, en una reorganización planetaria de la fuerza de trabajo y, por tanto, en los cambios formales de las ciudades y territorios.
La ciudad moderna de la post guerra había crecido con cierta coherencia física de acuerdo a los planes reguladores y control de las áreas metropolitanas, pero los cambios anotados, que entre otras cosas trajeron el final insólito de la Guerra Fría a favor del sistema capitalista mundial, determinaron la transformación cualitativa de la ciudad.
El capitalismo convertido en sistema-mundo, generalizó entonces sus reglas a nivel universal, pero en vez de desarrollar el reformismo y modificar sus rumbos en la producción, el consumo y el reparto de la riqueza en las condiciones que las nuevas tecnologías ofrecían, optó por el mayor acaparamiento de recursos y buscó consolidarse articulando discursos segregacionistas, xenófobos, privatizadores de lo público, guerreristas y represivos, hasta llegar a las actuales políticas orwellianas de seguridad y vigilancia. El “estado de bienestar” comenzó a “adelgazarse”, privatizando sus servicios y recortando sus adornos reformistas. La ciudad registró el impacto y en sus estructuras físicas se manifestaron las supuestas bondades del libre mercado y la invisible mano que regula la economía capitalista.
El triunfo del capital desenterró formas de acumulación y explotación primarias. Los ahorros sociales han sido usados para pagar quiebras de empresas privadas. Surgió la red globalizada de la economía criminal que se extiende paralela a la legalizada como su hermana siamesa, dictando en no pocos casos, rumbos políticos, económicos o culturales.
Las nuevas formas de acumulación especulativas, financieras y altamente depredadoras del ambiente se impusieron sobre las formas productivas capitalistas tradicionales. El país bandera de este proceso, los EE UU, siguió disfrutando del privilegio de emitir dinero sin otro respaldo que su palabra, mientras los países de Tercer Mundo han visto incrementar su deuda externa y están abocados a ser desposeídos de sus recursos mediante agresiones.
Todo parecía indicar que el triunfo del capital era incontestable. Fue entonces cuando en los muros de Bs. As. apareció aquel amargo graffiti que decía: “Capitalismo: tenés los milenios contados”, pero, la verdad es que solo han pasado treinta años para que esta ofensiva esté quedándose sin piso, sin palabras y sin dinero con respaldo para saciar su codicia.
Las quiebras inmobiliarias y financieras recientes, la emergencia de nuevos bloques de poder capitalista, el empantanamiento de “la guerra contra el terrorismo” en Irak y Afganistán, las protestas en Europa contra los tijeretazos el desempleo y la pobreza, junto al nuevo mapa político de América Latina, son síntomas del enfriamiento del modelo neoliberal y de la apertura a una situación incierta, entre cuyas brumas, solo atinamos a distinguir la sombra de los portaviones norteamericanos y escuchar el clamor de las mayorías.
La agresividad de este proceso, en efecto, ha tenido y tiene que apoyarse en la violencia institucionalizada. El espacio globalizado –inicialmente un concepto militar–, consolida cada vez más la militarización del territorio planetario para garantizar la continuidad del modelo neoliberal y globalizador. Este giro en el pensamiento y prácticas militares sobre el espacio es distinto al de los nacionalismos modernos, pues hoy, la única fuerza militar omnipresente y omnipotente es la del imperio de las transnacionales, que no tolera otros poderes alternativos, ni en el tipo de producción, ni en las formas de representación, ni en las maneras de hacer la guerra.
De esta manera, el fin de los territorios nacionales y de la soberanía sobre ellos, significó el fin del campo y la ciudad como pareja espacial del territorio moderno. Han terminado las políticas nacionales, regionales y locales independientes. De los países va quedando solo el nombre, más para el espectáculo mediático, turístico o las competencias deportivas, pues, en el mundo puro y duro del poder imperante ninguno puede salirse de los guiones “del mercado global”, eufemismo de la neolengua para entender lo que hoy hace funcionar la interconexión planetaria de las multinacionales.
Cambiadas las formas de producción y de manejo territorial del mundo, la ciudad moderna entró en una fase distinta, bajo cuyas determinaciones la planificación y el control del territorio favorece el desarrollo del modelo capitalista “informacional” –o tardío– en donde una especie de acumulación primitiva permite a los grandes capitales emprender la renovada conquista no solo del espacio de la ciudad, sino del planeta.
A falta de un diagnóstico oportuno y radical del nuevo poder y de la nueva ciudad que éste traería, las administraciones de la ciudad continuaron pensándola y planificándola si no con los mismos instrumentos teóricos y técnicas con los cuales se manejaba el progreso de la ciudad moderna, con una negligencia o connivencia que hace el juego a la situación anotada, en la cual, los viejos instrumentos y técnicas planificadoras quedaron en lo retórico.
En la ciudad globalizada, los conflictos urbanos causados por la aceleración capitalista se han potenciado. Las administraciones planifican, pero sus planificaciones ya no son las del “Estado de bienestar”, las del reformismo que de alguna manera se preocupó en defender el interés general. En las planificaciones de ahora los intereses de las grandes empresas importan más que las gentes, con lo cual, en la nueva ciudad solo se siembran antagonismos.
El colofón ha sido el aislamiento de las administraciones y el desmadre de los problemas urbanos. Paradójicamente, mientras más dinero se invierte conforme la retórica desarrollista de la ciudad moderna, en la ciudad globalizada dichas inversiones complican aún más sus irresueltos problemas urbanos y las administraciones cosechan rechazos. En Barcelona por ejemplo, Javier Calvo (2009) lo hizo notar en su análisis de El Raval, cuando dijo: “Las dos décadas de política municipal supuestamente renovadora sólo han sido un sueño húmedo capitalista.” O cuando el 80% de los votantes dijo “no” al rediseño de la Diagonal. O cuando al Forum le calificaron de banalidad urbana y cultural y, a la Plaza de Lesseps, el día de su inauguración le dijeron que era un proyecto más estéril que una mula.
La planificación tecnicista, operativa, catastralista, dispone ahora de recursos poderosos gracias a las imágenes satelitales y los programas informáticos que facilitan el monitoreo del territorio y sus recursos. El desarrollo de las tecnologías digitales aplicadas al manejo del territorio ha puesto en manos del capital y sus administradores una herramienta poderosa para hacer daño al ambiente y a la sociedad, puesto que las teorías de la planificación imperial, o tardo capitalistas, al encubrirse bajo el discurso moderno de la neutralidad beneficiosa de la técnica, usan esos criterios que ya no corresponden a las circunstancias de la ciudad y el territorio globalizados, para disponer el territorio, sus recursos y la ciudad, así como a los mismos técnicos, al servicio del capital.
La gentrificación, la agresividad contra los espacios patrimoniales y públicos, la imposición del automóvil y de sus equipamientos, la preeminencia de los centros comerciales y los no-lugares –entendidos como espacios arrebatados al uso social de la ciudad que se reproducen por doquier y no solo como los espacios adecuados para la circulación de los flujos del capital globalizado–, continúan marcando el ritmo de este progreso extraño.
La opulencia de los beneficiarios de la globalización y las burbujas urbanas que han creado para su consumo, son la otra cara de las gigantescas conurbanizaciones y periurbanizaciones, que resultantes de este mismo proceso aparecieron en el Tercer Mundo, y en los banlieus y demás goteras, bolsones y manchas degradadas de sus propias ciudades. En Europa, 19 millones viven bajo el nivel de pobreza, 80 millones al borde la misma, en Cataluña un 42% gana menos de 1.000 euros al mes. En el mundo, mil millones sufren hambre.
Las únicas soluciones que ofrece la administración, lejos de ampliar las posibilidades de uso y goce de las ciudades van por el camino de la vigilancia y el control. Para nuestra seguridad, dicen los carteles, estamos siendo filmados a todas horas. Los videos que graban las cámaras –más de 20.000, en Madrid–, empiezan a ser considerados como pruebas en las investigaciones fiscales, así como la “sospecha razonable” de un policía empieza a ser razón suficiente para encarcelar a quien a éste le de la gana.
Un nuevo poder, el imperio, está aquí, ha ocupado militarmente el mundo y ha tomado la ciudad.
Los EE. UU. son la fuerza de choque de dicho imperio. Más de 800 bases militares suyas colocadas estratégicamente por todo el globo, junto a una docena de flotas navales pueden en cuestión de horas, colocar miles de marines en cualquier parte y enseñarnos de qué van el desarrollo y la democracia. La tecnología militar de punta ha acabado con cualquier soberanía aislada y con la privacidad de los habitantes del mundo. Las condiciones de seguridad real de la sociedad, como son una actividad estable y agradable, unos servicios estatales de calidad, una ampliación de las libertades civiles, el derecho a la intimidad, al uso del espacio público, en fin, el derecho a la ciudad, están acorralados.
He reseñado estas situaciones que mi Tesis me ha permitido ver, porque considero que apuntan a las causas del cambio que se operó en el paisaje y en los contenidos de la ciudad moderna, determinando su conversión en el fenómeno urbano globalizado que hoy sufrimos.
Haber diferenciado entonces, metodológica y analíticamente la ciudad moderna, o ciudad del imperialismo, de la ciudad globalizada o ciudad del imperio, ha significado diferenciar en la ciudad capitalista dos fases, pero además entender que la vieja dicotomía entre ciudades ricas del capitalismo central y ciudades pobres del Tercer Mundo, se ha diluido en un continuo que hace impensable la una sin la otra: esto es la ciudad globalizada.
El resultado es una tendencia híbrida en donde NY o París, han visto asomar en sus calles y barriadas, miserias y violencias tercermundistas, mientras en Bombay o Guayaquil el Primer Mundo ha aparecido también con toda su opulencia insultante. Los paisajes urbanos se han vuelto genéricos y las diferencias que antes daban personalidad a las ciudades han desaparecido en provecho de extensas zonas en donde dominan las mismas mercancías, caminan los mismos emigrantes y nos vigilan las mismas empresas de seguridad. No quiero decir que esta hibridación haya igualado las situaciones económicas del mundo en lo que a disposición de recursos monetarios y consumismo se refiere, sino, únicamente, que en el mundo globalizado la generalización de las relaciones capitalistas tardías y sus desigualdades abismales se expresan como una sola mancha planetaria, aunque con diferencias de grado.
De esto se deduce que la ciudad globalizada es un fenómeno del presente generalizado, en el cual, sus versiones ricas y pobres se entrecruzan y la una no puede existir sin la otra. Las dos comparten un espacio y tiempo atroz y producen lacerantes polarizaciones sociales, políticas, económicas, ecológicas y simbólicas, pero, unidas en una red planetaria comparten su destino en la tragedia, aunque podrían compartirlo también en la salvación.
Diferenciar la ciudad globalizada de su anterior, me llevó a pensar la ciudad reciente de manera crítica radical, es decir, buscando la raíces de su problemática y superar las meras descripciones del fenómeno. Descripciones, que en el caso de su versión rica incluso alcanzan niveles pintorescos y apologéticos, tendientes a convencernos de que los proyectos caros, aislados y espectaculares, también pertenecen “a la ciudad” y que “la comunidad” debe identificarse con los mismos. La falacia de estos mensajes populistas ardió hace trece días: los camisas rojas, sin miramiento ni pena incendiaron el centro comercial y bancario de Bangkok, emblema del progreso capitalista en Asia, pero del cual los condenados de esa tierra han estado y siguen excluidos.
Por otra parte y dado que las aristas en los espacios y tiempos urbanos en el Tercer Mundo son más desgarradores y sus contradicciones más agudas, pensar desde allá la ciudad globalizada me condujo a imaginar su superación no solo en términos de la tradición del pensamiento radical ilustrado, sino incorporando otras visiones y epistemologías, provenientes de pueblos y culturas invisibles a la percepción eurocéntrica.
Ver por ejemplo que el proyecto globalizador no incluye a las mayorías planetarias, y que los mandamases de la globalización están muy enterados de que si quieren seguir haciendo de las suyas, deberán deshacerse de esa gente que ni consume, ni les cree, ni apoya.
Nosotros los prescindibles, innecesarios o disfuncionales al proyecto globalizador y neoliberal, ¿debemos aceptar ese destino? La respuesta es clara o no tardará en aclararse, más aún cuando en la defensa de nuestras vidas y modos de ser, coinciden y convergen los intereses de la humanidad. Los miles de hondureños oponiéndose al golpe militar, la reciente huelga de los estudiantes de Puerto Rico, y todas las luchas en Latinoamérica contra el neoliberalismo, no hacen sino recordarnos aquello de que solo triunfa quien no le teme a la muerte.
Estas reflexiones apuntan a señalar la imposibilidad, inviabilidad e insustentabilidad de la sociedad y la ciudad capitalistas tardías. Estas han llegado a un punto donde sus dirigentes ya no pueden pensar y aplicar otro modelo de crecimiento que no sea el que vienen aplicando. El consumismo irresponsablemente atizado para salir de la crisis, es como un suicidio programado, en el cual, los medios son las mercancías. Solo que, las de hoy, ya no irradian el mismo fetichismo que señalara Marx, sino aquellas a las cuales se refiere José Luis Pardo (2010) en su libro irónicamente titulado: “Nunca fue tan hermosa la basura”.
El fracaso del neoliberalismo y su proyecto de desarrollo es reconocido cada día por más personas. Preguntadlo a los griegos o a los portugueses. Cada día se comprende más y mejor que el mantenimiento de las relaciones capitalistas en las condiciones sociales y ecológicas del presente resulta imposible y penoso, con el agravante de que sus beneficiarios insisten en mantenerlo por la fuerza de las armas y las acciones militares consumadas.
Es en este rumbo que se me presentó, como paso siguiente, buscar en los nuevos sujetos históricos las posibilidades de una nueva ciudad.
2
LOS CUERPOS DE LA MULTIUD EN LAS CALLES DE LA CIUDAD GLOBALIZADA
“La ciudad genérica produce un nuevo ser social, construido desde la materia híbrida de las diferencias, de las ausencias forzadas por las distancias del lugar de origen, de su voz suspendida, de la mirada extraviada. Este nuevo ser social irrumpe en la ciudad genérica descentrando su sistema simbólico de poder, aquel que nombra y legitima los nombres y ritos de la historia hegemónica.”
Francisco Jarauta.
El sistema mundo que ha logrado establecer el capitalismo tardío ha creado a pesar suyo las condiciones para el surgimiento de este “nuevo ser social”. Son los nuevos sujetos históricos que le contestan desde otras maneras vitales y verbales: el obrero social, o “multitud de singularidades” de la cual hablaba Negri (1999, pp. 73-74). habría hecho acto de presencia cuando y según él, “La vida ha subsumido lo abstracto después de que lo abstracto subsumiera la vida. El capitalismo nos había arrebatado lo concreto de la vida; hoy, lo concreto, lo singular se hacen con la abstracción, la mercancía, el valor. Se los arrebatan al capital y lo hacen a través de la ingenuidad de cuerpos potentes. (…) Historia de instrumentos, historias de trabajo: cuando el trabajo, en el paso de la modernidad a la posmodernidad deviene más inmaterial, la herramienta se metamorfosea, es decir, deviene más mental. (…) … lo abstracto de la función se ve sometido a la singularidad de la acción o, para ser más precisos, a la determinadísima potencia del cuerpo. Y –como hemos dicho– a la del lenguaje, a su expresividad.”
Es claro que la ciudad existe más que por sus objetos, por los sujetos que le dan la vida, por lo urbano. Sin sujetos, la ciudad es vestigio, cosa o ruina. No debemos extrañar que el capital considere prioritario –cuando se ocupa de las ciudades– el tema de su desarrollo físico, pues, su enfoque cosificador genera los contratos para la construcción de las obras públicas –y las comisiones–. Lo demás, la gente y el servicio público son solo pretextos.
Esta diferencia inicialmente establecida por Henry Lefebvre, y muy bien desarrollada en los análisis de Manuel Delgado sobre lo urbano y la ciudad, me llevó a proponer que el paso de la moderna a la globalizada no puede ser entendido solo como la aparición de los nuevos objetos en el paisaje de la ciudad, sino, sobre todo, como la aparición de los nuevos sujetos, quienes se constituyen en la órbita del nuevo trabajo. En consecuencia, los cambios en la forma de producir determinan los cambios en las relaciones sociales de producción y seguidamente, en la forma de la ciudad. De este modo, las expresiones auténticas que permiten la intelección de los nuevos procesos urbanos, debemos buscarlas en las floraciones de esas nuevas subjetividades emergentes que en el devenir se hacen y se muestran, abriéndose al porvenir, deviniendo otros, siendo contemporáneos.
Lo señalado en el terreno de la producción ha sido determinante para la transformación de la ciudad moderna en la globalizada y, lógicamente, para fundamentar la compresión de la polis en curso. El hecho de que la población mundial se haya vuelto mayoritariamente urbana a partir de 2007, y de que, en la ciudad globalizada su presencia choque de maneras nuevas y cada vez más fuertes con los intereses del sistema, muestran que el viejo conflicto entre capital y trabajo no se ha definido a favor de del primero, solo ha sido replanteado y su desenlace sigue pendiente.
En esta renovada oposición, los nuevos sujetos, es decir las nuevas subjetividades y sensibilidades, corresponden a los cambios productivos ya expuestos. Como no es posible separar el hacer y la forma de hacer, de la del ser, estos nuevos cuerpos, como singularidades u organizaciones sociales, tejen como nunca una subjetividad reticulada, flexible e inacabada, aunque dada su juventud no son del todo conscientes de las potencialidades de la nueva herramienta.
“El nuevo ser social” del que nos ha hablado Francisco Jarauta. Esos caminantes “desconocidos que han recibido el derecho a serlo”, a quienes Manuel Delgado se refiere en Sociedades movedizas (pág. 78). Incluso el “territoriante” de quien nos habla Francesc Muñoz, aluden a este nuevo sujeto que hoy camina por el laberinto globalizado, quien, con nuevas reivindicaciones y nuevos métodos de movilización y comunicación, en determinadas condiciones ya se opone abiertamente al imperio neoliberal. Lo vemos entre los hispanos y chicanos que repudian al fascismo en Arizona, o en Atenas negándose a pagar una crisis que ellos y ellas no la causaron. Lo vemos en los Andes de Ecuador, oponiéndose a las empresas mineras transnacionales, o saltando por encima de los muros de Tijuana.
Según Negri se habría producido una metamorfosis. Para Alba Rico (2009), una “mutación antropológica” aunque, éste último, reduce el alcance de dicha “mutación” solo a los países capitalistas desarrollados en donde dicho cambio sería tan solo un nuevo comportamiento cultural. (Considero que la focalización de este cambio en la percepción de Alba Rico, solo es el resultado coyuntural de la presión militar del poder capitalista frente a la potencia contenida en esos nuevos sujetos colectivos multitudinarios, que dada su condición mundializada, no se reducen a las áreas que concentran la producción de punta, la riqueza y las decisiones.)
Los nuevos cuerpos productivos de bienes y servicios, de cultura y subjetividad, son quienes constituyen el contra poder en los marcos del actual sistema y ya no son los viejos cuerpos modernos. En la nueva corporalidad, que es donde reside su subjetividad y su esfuerzo por ser, traen consigo, en sí, otras sensibilidades, maneras de conocer y expresar. De este modo es legítimo esperar, buscar o inventar, esas formas de expresión que den cuenta de la ciudad en la cual y a la cual resisten, pero sobre todo, den cuenta de la nueva polis que en sus cuerpos viene encarnada.
Manuel Delgado (2007, p. 104) observa esta situación cuando con motivo del turismo masivo nos habla de las “memorias innumerables, las prácticas infinitas, infinitamente reproducidas por una actividad que es a la vez molecular y masiva, microscópica y magmática.” Cuando nos dice que estas memorias y actividades hacen la ciudad que se opone a la del poder, al señalar que se trata de un “Universo de los lugares sin nombre, una ectoponimia, que no es sino lo contrario de una toponimia.” En donde “Hasta el propio turista sabe o no tardará en descubrir que las calles y las plazas de la ciudad que visita son archivos secretos y silenciosos, relatos parciales de lo vivido, recuerdos de gestas sin posteridad, marcos incomparables para epopeyas minimalistas, para quienes sólo tienen su propio cuerpo, incapaces de pensarse si no es en términos al mismo tiempo somáticos y topográficos.”
Pero por desgracia, no todo es optimismo en la apreciación de este nuevo sujeto histórico que en el día a día de sus puestos de trabajo la tiene muy dura.
Mohamed Barkat (2010), del Colegio Internacional de Filosofía de París, dijo en enero pasado: “La evaluación individualizada de la productividad crea una división en el interior de la persona. El trabajador ha sido transformado en una especie de empleador de sí mismo.” Agregó: “La lucha de clases se ha trasladado al interior de cada trabajador” (…), y también, que: “Nuestra civilización no es conciente de que está produciendo muertos vivientes, zombies”, lo cual sería una de las causas de la creciente ola de suicidios en los lugares de trabajo.
En la producción como en el consumo globalizados todas estas nuevas subjetividades nos hemos vuelto interdependientes. No existen los marginales ni los sin papeles ni los ilegales. Negros, chicanos, hispanos, son meras adjetivaciones para penalizar su presencia y justificar su represión. Ni siquiera los más pobres de los pobres, los intocables de la India, están fuera del sistema. Manteniendo diferencias de forma e intensidad, las nuevas subjetividades socio-históricas que encarnan estos nuevos agentes productivos interconectados y en red, si bien están constreñidas en el esquema de dominio y explotación capitalistas tardíos, a la vez están impelidos a la oposición, vital y técnicamente condicionados a la lucha por la libertad, en una situación socializada de nuevo tipo, que no puede sino terminar reventando los marcos que la constriñen.
Cuando ya nada está afuera de las murallas ni más allá de ningún mar ignoto, ni al otro lado del desierto o la selva, las últimas fronteras que el poder debe traspasar para mantenerse son nuestra piel y cerebro, ADN, órganos, en fin, nuestros cuerpos. Es por eso que el control de los mismos no excluye la amenaza de destruirlos en masa, ni la ingeniería genética para sustituirlos. Ahora sobre todo, que se encuentran concentrados mayoritariamente en las aglomeraciones post urbanas, dicha amenaza se ha convertido en el gran chantaje del poder imperial, en la razón máxima y última de su dominio.
Pero entre la manera moderna de hacer la guerra o de matar, y la actual, media un abismo. Es una diferencia que da la idea del cambio al que venimos refiriéndonos. Se trata de un cambio nunca visto que tuvo en Auschwitz su colofón industrial, y en Hiroshima y Nagasaki su cero inaugural. Son palabras de Alba Rico (2010), reflexionando sobre la tradicional manera de matar que por pavorosa que haya sido en los campos nazis, era lo que siempre se había visto: víctima y victimario frente a frente. No así cuando usan el bombardero para matar a distancia y a todos por igual. Y peor cuando las bombas son atómicas, pues con esto inauguraron la muerte nueva que según el autor, deja ya a la humanidad “potencialmente extinguida junto a los dinosaurios, perteneciente al pasado de una Tierra que nadie estudiará.”
Puede ser. Como también puede seguir siendo cierta aquella cita de Mao, según la cual, la suerte de la batalla siempre se decide a menos de cien metros de distancia.
3
LAS NARRATIVAS, FRENTE A LOS DISCURSOS DEL PODER
He propuesto que la manera tradicional de historiar la ciudad, o cómo adquiríamos conocimientos históricos sobre ella con fines operativos en los tiempos modernos, hoy ha perdido fuerza cognoscitiva, expresiva y persuasiva, cediendo paso a maneras más bien “literarias” en las cuales, sí encontramos las motivaciones subjetivas –de sujeto, ontológicas–, que conducen no solo a conocer su mundo y ciudad, sino a explicarlo, espacializarlo, y transformarlo.
Negri (1993, p. 36) se preguntaba “¿En qué sentido hablamos de sujeto? y se respondía así: “Hablamos de él entendiendo por sujeto un «ser común y potente» que se forma en el proceso histórico. Ser común: puesto que está compuesto de las necesidades comunes de la producción y de la reproducción de la vida. Ser potente: puesto que rompe continuamente estas necesidades para determinar innovación, para producir lo nuevo y el excedente de vida. El sujeto es un proceso de composición y recomposición continua de deseos y actos cognoscitivos que constituyen la potencia de la reapropiación de la vida.”
Y en la Carta a Raúl, sobre el cuerpo, Negri (2000, p. 73) dijo que por efecto de los cambios en el seno del capitalismo tardío, la nueva subjetividad social había fundido en los cuerpos producción y arte: “…hoy –afirmó– el cuerpo ya no es solo un sujeto que produce y que, produciendo arte, muestra el paradigma de la producción en general, la potencia de la vida: en lo sucesivo el cuerpo es una máquina en la que se inscriben producción y arte.”
Esto era importante para el desarrollo de mi Tesis, porque el tema del nuevo sujeto y sus cuerpos, sus espacios y tiempos, así como las narrativas que produce y la prefiguración de la ciudad que desea y que asomaría en dichas narrativas, son cuestiones que fueron adquiriendo cada vez mayor interdependencia.
Fredric Jameson (1991, p. 61) por su parte, refiriéndose a la crisis del sujeto moderno decía: “Si es cierto que el sujeto ha perdido su capacidad activa para extender sus protensiones y sus retenciones a través de la multiplicidad temporal, y para organizar su pasado y su futuro en una experiencia coherente, sería difícil esperar que la producción cultural de tal sujeto arrojase otro resultado que las «colecciones de fragmentos» y la práctica fortuita de lo heterogéneo, lo fragmentario y aleatorio.” Con estas palabras, Jameson confirmaba el cambio en el surgimiento de las nuevas narrativas y representaciones, y anunciaba otras formas expresivas que traería dicha novedad subjetiva, intuyendo la emergencia del nuevo sujeto.
Esta novedad, pensada como resultado de una nueva objetividad histórico social consumada, debería expresarse en consecuencia mediante las narrativas múltiples, mestizas, aleatorias, distintas a las narrativas logocentristas, unidireccionales, colonialistas. Con estas formas, la nueva situación habría comenzado a dotarse de palabras, más que explicando y representando, auto explicándose y presentándose. Lo haría en narrativas constituyentes que reescribirían su historia, reharían su memoria, construyendo o reconstruyendo sus pasados, virando de la resistencia y la denuncia a la reapropiación y la consciencia plena de sí, en tanto estarían dando forma a deseos tan potentes como el nuevo ser desde donde emergen. Por eso se opondrían al discurso y al historiar oficiales, constituido y desmemorizante, y tendrían un efecto inmediato en el análisis y en la deconstrucción de la ciudad globalizada. Pero también en las formalizaciones de la ciudad no globalizada, es decir, de la ciudad deseada.
Jameson, en el libro citado adelantaba elementos sobre dichas formalizaciones del deseo, lo cual, desde la perspectiva de mi Tesis confirma el advenimiento de otras formas de representar que corresponderían a ese sujeto nuevo. Éste, desde su cuerpo singular y colectivo las produce en el límite expresivo que se perfila entre la crisis de lo viejo y la debilidad de lo nuevo. Por esta razón, lo de Jameson, antes que ser un diagnóstico de un estilo que se extiende desde el pasado, es una constatación de algo distinto que adviene y prefigura la ciudad del nuevo sujeto.
Jameson, en la obra citada (p. 72-73) dijo también: “Me gustaría poder caracterizar la experiencia posmodernista de la forma con lo que espero que parezca una fórmula paradójica: la tesis de que «la diferencia relaciona».” Con lo cual aludió a “… las heterogeneidades y discontinuidades profundas de la obra de arte, que ya no se presenta en forma unificada u orgánica, sino prácticamente como un almacén de desperdicios o como un cuarto trasero para subsistemas disjuntos, impulsos de todo tipo y materiales en bruto dispuestos al azar. En resumen, la antigua obra de arte se ha trasformado en un texto para cuya lectura se debe proceder mediante la diferenciación y no ya mediante la unificación.”
Y dichas narrativas también, en tanto expresiones poiéticas del ser, pujarían por espacializarse pluralmente, y lo harían, desde otros paradigmas artísticos y tempoculturales que se opondrían al pasado-presente-futuro, tan necesario para la realización de las mercancías y el simbolismo discursivo de su fetichismo. Quizás porque también en el inmenso almacén de mercancías fetichizadas que fue el capitalismo, éstas tienden a perder su encanto y su valor, es decir a banalizarse.
Los geógrafos M. Dodge y R. Kitchin, citados por Pérez de Lama (2007, p. 63), confirman lo que sostengo. Ellos han dicho que “La lectura de autores como William Gibson –y Neal Stepheson– proporciona un entendimiento de los procesos urbanos más claro que el estudio de (Manuel) Castells o (Saskia) Sassen.”
Por su parte, José María Ezquiaga (2007, p.67) afirma que “Imaginar el futuro de la ciudad significa hablar de los miedos y deseos del presente más que de un ejercicio de predicación racional. Por eso resulta a veces más interesante indagar en las imágenes literarias o artísticas donde estos temores se expresan con mayor libertad que en los ensayos de prospectiva urbanística. Pensemos en dos películas de culto separadas por cincuenta años.” Se refiere a Metrópolis, de 1926, y Blade Runner, de 1982.
Y Manuel Albaladejo Martínez (2007, p. 7) hablando sobre literatura chicana y urbanismo de la ciudad norteamericana de Los Ángeles, señalaba que “… el estudio de la literatura chicana de Los Ángeles no supone un capítulo cualquiera en el conjunto de dicha historia literaria, sino que, muy al contrario, se trata de uno de los capítulos más fundamentales para poder comprender la configuración socioespacial adoptada en Los Ángeles a lo largo de estos últimos años.”
Las tesis de Albaladejo llevan a pensar que en el caso de Los Ángeles, no solo las obras de Luís Rodríguez, Alejandro Morales y Karen Yamashita –tres literatos contemporáneos del entorno chicano de esa realidad urbana– dan cuenta de la misma, sino que las propias trilogías de Edward Soja y Mike Davis: Geografías posmodernas, El tercer espacio, Postmetrópolis, Ciudad de cuarzo, Ecología del miedo y Urbanismo mágico, respectivamente, son parte de esta literaturización, que desde lo urbano angelino proyectan su luz para entender lo urbano globalizado.
Es innegable que todos estos estudios y narraciones, sumados a los de M. Berman, N. Chomsky, E. From, H. Marcusse, y los de la ciencia ficción crítica, están contribuyendo al imaginario analítico que deconstruye la ciudad globalizada, en el cual, ya son lugares comunes por ejemplo los siguientes:
- Privatización masiva del espacio público, ataque a los derechos ciudadanos y de uso de la ciudad,
- Regeneración urbana excluyente, desalojos de pobladores, restricciones de accesos,
- Estética neomilitar, paramilitarismo, vicariato, maras, mafias,
- Dispersión de las funciones urbanas,
- Entornos policiales, cibervigilancia, mercenarización de la seguridad, bases de datos personales, escaners, control satelital de las comunicaciones,
- Demonización de los pobres y los diferentes,
- Encierro de los pobres y las minorías en guetos y experimentación –en ellos– de armas y mecanismos de control y represión,
- Encierro de los ricos en urbanizaciones y edificios amurallados “inteligentes”,
En fin: la ciudad y la sociedad vigilada de la cual habló Foucault como la tercera modalidad del dominio moderno. Las tecnologías represivas físicas del cuerpo cediendo paso al uso de tecnologías subliminales, mediáticas, virtuales o farmacéuticas, buscando modificar y controlar las conductas y propiciar la autorrepresión.
¿Cuánta literatura y representaciones surgen desde éstas circunstancias? La mayoría para legitimarlas, pero las de mejor calidad, para convertirse en saberes narrativos, vivencias narradas o imágenes síntesis, símbolos e iconos críticos de estos tiempos.
Estas últimas aportan a las otras sensibilidades, a las que posibilitan en dicha ciudad a los latinos o hispanos en general, dar otros usos al espacio urbano, u otros valores simbólicos diferentes a formas arquitectónicas ya existentes. La suya es una actitud transgresora que se salta la legislación gringa y va imponiendo sus nuevas presencias, convirtiendo no solo a Los Ángeles sino a otras ciudades norteamericanas, en ciudades mestizas.
Ante esto el poder se ha erizado. La persecución a los emigrantes es abierta y busca frenar la apropiación del espacio por parte de los explotados, quienes en este caso son también identificados en las llamadas minorías o grupos no formales, raciales o marginales, quienes, a pesar de la represión, latinizan el urbanismo y la ciudad norteamericana. Rubén Blades canta algunas de sus historias. Manu Chao, otras.
Toda la intelección académica crítica que Soja y Davis han sacado a flote sobre lo sucedido en la ciudad norteamericana, según Albaladejo habría sido posible gracias a la construcción discursiva y expresiones críticas de los artistas latinos, en quienes, curiosamente se ha mantenido y manifestado la memoria como factor de resistencia y solidaridad.
De esto se deduce que en uno de los lugares más emblemáticos de la práctica y la teoría de los estudios urbanos actuales, Los Ángeles, se confirma el hecho de que su intelección no proviene del discurso oficial, sino de las narrativas emergentes de los sujetos que se ubican en el polo del contrapoder, tal como he afirmado en mi trabajo.
Las nuevas escrituras, o las andaduras de los nuevos escribientes que van trazando sus recorridos por el tejido urbano globalizado, critican la ciudad del presente. En sus huellas asoma el tratamiento de la memoria como una manifestación de presencia, en algo así como una necesidad de sus nuevos ojos que desean ver, o mejor dicho, rever sin mediaciones su pasado, es decir, el pasado que les conviene para fortalecer esa presencia y crear el escenario para la misma.
Dos ejemplos. El primero surge de los debates sobre la definición de franquismo que figura en el diccionario de la RAE. Las víctimas, como es público, se han movilizado exigiendo rectificaciones a dicha entrada. Y el segundo, surge del debate que ha comenzado en América Latina con motivo del bicentenario de la independencia, en donde, la historia oficial ha privilegiado el rol –importante desde luego, pero no único– del pensamiento ilustrado y masón del s. XVIII europeo. Un afán paradójico, pues quiere leer ese intento de independizarse de Europa con ojos europeos y sin tomar en cuenta las rebeliones indias, mestizas y negras, como las lideradas por Túpac Amaru en 1780 en el Perú, y la Toussaint Loverture, de Haití en 1793. Estas insurrecciones minaron el poder colonial desde cosmovisiones distintas que incorporaban en sus programas anticolonialistas tradiciones y puntos de vista andinos y africanos que insisten en aparecer. En los dos ejemplos, la reivindicación de la memoria histórica modifica la imagen de la ciudad, ya sea impulsando el retiro de símbolos del régimen, de calles y plazas de España, ya sea poniendo en valor lugares y sitios que, como el Qápac-Ñan (red de caminos del inca de más de 60.000 km. de longitud), concentran memorias ancestrales de los andinos originarios.
En estas nuevas narraciones el aporte de los pueblos de América Latina ha sido notable. Desde su experiencia ha sido posible la invención de formas expresivas elaboradas como el realismo mágico, la nueva novela histórica, la nueva novela negra, o los escritos zapatistas, claves para dotarnos de otros instrumentos expresivos y dar cuenta, en el lenguaje, de nuestra presencia.
Este proceso narrativo no se ha detenido, no fue ni es un moda, es una gema que irradia una luz reveladora del pasado para liberarlo del presente eterno. Es un proceso por hacernos de nuestra voz, antigua voz que no deja de dar una versión inédita de la ciudad, no tanto como descripción de la misma, cuanto como deseo de ella como polis solidaria, igualitaria y libertaria, como excedencia de ser, como ciudad bella.
La nueva palabra constituyente del contra poder, del nuevo sujeto productivo, de la multitud y sus singularidades, es el verbo que crea desde su radical materialidad y circunstancias nuevas la ciudad de la presencia. La crea como vivencia inmediata y como insistencia en el espacio de la infinitud, que es el espacio del ser, del ser que es. Hablo de un proceso verbal que vislumbra una definitiva independencia en tanto expresa las nuevas polis, la multitud de polis y sus diferencias, en contra de la glocalización globalizante que quiere engañarnos con adjetivaciones urbanas que ocultan lo sustantivo del dominio. Esta lucha por alcanzar la autenticidad narrativa, entonces, debe ser entendida como una lucha de nuevos procesos poiéticos singularísimos, como procesos creativos, artísticos, libertarios y liberatorios que tal como lo escribió Negri (1999, p. 75) no pueden sino ser “acciones que expresan desde el interior del actuar una práctica de lo bello.” . Narraciones que analizan y critican la ciudad globalizada y a la vez, descubren e inventan, imaginan y crean con su palabra, las nuevas polis de la multitud en el hacerse de sus presencias abiertas al porvenir. Otras palabras y distintas maneras de decir la ciudad, como parte de esa poética de la metamorfosis a la que Negri (1999, p. 76) aludió y que atraviesa “la ocupación y navega en la red, pinta a la Basquiat en los transportes públicos y escribe poesía a la Seattle… y propone en lo social, en la metrópoli, lucha de clases y liberación. Una lucha por apropiación de herramientas cada vez más potentes, de expresión de deseos cada vez más ricos y lenguajes cada vez más eficaces, de goce de una comunicación cada vez más abstracta y de una poética cada vez más singular.”
La emergencia de otras formas expresivas no solo tiene que ver con la narrativa diversa que asoma en los textos críticos, o en las nuevas manifestaciones de la literatura crítica que hablan desde la ciudad de la otredad, sino que dichas manifestaciones surgen en todas las artes para configurar el paisaje estético y poético de la multitud en el despliegue constituyente de su tiempo nuevo.
4
EL TIEMPO DE LA PRESENCIA
En mi Tesis es un cuestionamiento del tiempo del poder capitalista globalizado cuyo paradigma es el eterno presente, o futuro que ya habría llegado.
Los tiempos nuevos que corresponden al nuevo sujeto histórico, no pueden producirse sin un cambio que también tiene que darse en los paradigmas tempo culturales, con lo cual, replantearían las maneras de narrar, de decir su historia y finalmente de hacerla.
La crisis en la noción temporal imperante, vista por Christine Guci-Gluksman (2007, pp. 47-48) es como sigue: “El desarrollo mundial de todas las culturas de los flujos, los de la información, los medios, las nuevas tecnologías y lo virtual, ha dado lugar a un tiempo cada vez más estallado, no lineal y no unificado, incluso no direccional. (…) el estallido aquí es de tipo mecánico, o proviene de efectos maquínicos que reconstruyen lo social, las identidades y los territorios de lo imaginario y de la creación, en un doble movimiento de desterritorialización-reterritorialización propia de una globalización que lleva consigo todos los integrismos y los conservadurismos. De modo que el paso del historicismo anterior al actualismo contemporáneo se ha traducido por lo que Kaki Laïdi llama el nacimiento del hombre-presente. Un presente autosuficiente, autárquico, separado de su pasado, sin proyecto ni utopía, que corre el riesgo de entrañar una destemporalización del tiempo propia de esta forma sincrónica del mundo que suprime los horizontes de espera del pensamiento crítico de un Koselleck.”
Y continuando con su crítica a este presente, agrega:
“Esta aniquilación de la sucesión propia del paradigma tecnológico e informacional engendra una comprensión instantánea, un tiempo indiferente y glaciar próximo al tiempo intemporal de los dominantes.” (P. 48).
Esta es una razón por la cual en mi Tesis asoma de manera recurrente el concepto de presencia como opuesto al de presente, criticado allí a partir de los análisis de José Luis Pardo y otros, y fortalecido aquí por lo de Buci-Gluksman. El contenido del concepto de presencia, aplicado al estudio de la ciudad globalizada, o ciudad del eterno presente, surgió entonces para contribuir a la articulación de la crítica del paradigma tempo cultural dominante en esta ciudad, e imaginar, la posibilidad de un tiempo alternativo adecuado a la subjetividad de quienes la contestan.
La presencia es así un concepto contemporáneo, porque, como señalaba Giorgio Agamben (2009), entre otras cualidades es contemporáneo “… aquel que no coincide perfectamente con (su tiempo) ni se adecua a sus pretensiones y es por ende, en ese sentido, inactual; pero, justamente por eso, a partir de ese alejamiento y ese anacronismo, es más capaz que los otros de percibir y aprehender su tiempo.” (…) “La contemporaneidad es, pues, una relación singular con el propio tiempo, que adhiere a éste y, a la vez, toma su distancia; más exactamente, es "esa relación con el tiempo que adhiere a éste a través de un desfase y un anacronismo". Los que coinciden de una manera excesivamente absoluta con la época, que concuerdan perfectamente con ella, no son contemporáneos porque, justamente por esa razón, no consiguen verla, no pueden mantener su mirada fija en ella.”
Se trata asimismo de un concepto que reivindica la singularidad y la autenticidad de los nuevos sujetos, en contra de las pretensiones de identificarlos con los discursos del poder.
La presencia puede durar un instante, una vida, una era. Su duración no depende del paso natural del tiempo, sino de la conciencia crítica que del mismo se tenga desde la antinaturalidad que caracteriza a lo humano, y desde lo excepcional de sus singularidades.
Es antialienante y anticapitalista, en tanto devuelve el tiempo al individuo a fin de que pueda buscar la realización de su excepcionalidad en las condiciones técnicas que si bien han sido gestadas por el capitalismo tardío en su carrera nihilista, también posibilitan su inversión.
El presente eterno del tecnofascismo, no se abre, no pude abrirse al porvenir de ninguna presencia humana. Lo suyo es la cosa inerte, no la vida. En el futuro post humano con el que sueñan los dominantes, no cabe el concepto de humanidades ni libertades. No cabe la idea de la polis. Cabe la instrumentalidad y la obediencia de los clones, los drones, los cyborgs, los engendros salidos de la experimentación eugenésica, los robots que no envejecen. En el refugio antinuclear, la estación espacial o la colonia en Plutón, no estaremos nosotros. Estarán las máquinas. El robot del bicentenario, jugando con el big-dog de seis patas que nunca se cae. Nuestra noción de antinaturaleza surgió desde la posibilidad de pensar en la infinitud de lo humano y la libertad, pero los chismes “científicos” del tecnofascismo han surgido contra esa posibilidad desde el nihilismo capitalista terminal.
Fueron las nuevas tecnologías informáticas las que abrieron la necesidad de pensar las nuevas dimensiones temporales inherentes a los nuevos sujetos urbanos que van por la ciudad globalizada, a plantear que la temporalidad dominante, no puede ser la misma para los nuevos sujetos en curso. A inicios del siglo XXI estamos ante un personaje distinto al flaneur, al psicogeógrafo del situacionismo, a los performers fluyentes del grupo Fluxus (de Maciunas), o a los transurbanitas de quienes nos hablan Careri y Romito. Aunque quizás el nuevo sujeto a quien venimos aludiendo, tiene algo de todos estos, en tanto, todos ellos habrían anunciado su llegada.
Una de las cualidades de este nuevo sujeto, como lo señala Delgado en Sociedades movedizas sería la de ser un sujeto actual, pero cuya actualidad ya no es entendida como lo que somos, sino como aquello en lo que estamos a punto de ser, es decir, en tanto devenimos otros. Y así, cuando Delgado (2007, p. 77) comenta las experiencias del grupo Stalker, dice que las mismas “consisten en transitar entre lo que es seguro y cotidiano y lo que es incierto, por descubrir, generando una sensación de desazón, un estado de aprehensión que conduce a una intensificación de las capacidades preceptivas; de este modo, el espacio asume un sentido; por doquier, la posibilidad de un descubrimiento, el miedo a un encuentro no deseado.” Dicho de otro modo: en ciertas búsquedas artísticas ya se percibe si no el paso, la necesidad de pasar desde la siniestra y violentísima certidumbre del presente o futuro del capital, a la incertidumbre gozosa de la presencia y la aventura aleatoria, apasionada e inútil del vivir.
Esta presencia la encarna el obrero social, el personaje multitudinario que camina en el borde del ser y del no-ser. De un lado va poseído por la ciudad globalizada que no le pertenece pero que le deslumbra con sus luces y atrapa en sus redes enajenantes espacio-temporales, reduciéndole a una situación alienada en la cual se le pide identificarse con los valores del poder. El embrujo le dificulta desidentificarse y alcanzar su autenticidad. Pero las pócimas encantadoras que convierten al sujeto en un habitante ausente de sí, cautivo en el presente, contienen también, paradójicamente, ingredientes para su liberación. Éstos vienen dados en la creciente socialización que generan sus relaciones productivas en red, por las posibilidades de la comunicación instantánea o las de la movilización automática, entre otras circunstancias técnicas que le son inherentes. Dichas circunstancias podrían revelar súbitamente al nuevo sujeto su condición de tal, esto es, su ser nuevo y auténtico, capaz de pasar de la ausencia o enajenación, a la presencia plena de conciencia y gozo, al descubrimiento de su capacidad social de poner en marcha el artificio de su liberación.
Lo auténtico, no significa aquí ninguna esencia inmutable. Se refiere a la posibilidad del sujeto de desplegar sus potencialidades y devenir en lo que su tiempo, cuerpo e imaginación se lo permitan. Ser auténtico es el premio al deseo irrenunciable a la contemporaneidad de este sujeto, mejor dicho a su condición técnica –inclusive más que a su deseo–, por devenir otro.
Según lo explicó Negri (1999, pp. 65-66), esto ha tenido lugar cuando la subsunción real y total del capital sobre la sociedad es algo consumado, “es decir, del dominio en el que todas las categorías de la vida se ven reducidas a una sola forma, funcional a la reproducción capitalista de la sociedad (…), pues bien, esta determinación es absolutamente contradictoria. Choca inmediatamente, en este nivel de desarrollo, con un alternativa radical, que es de rechazo del dominio capitalista sobre la actividad productiva.”
Por todo esto, dudo que en las actuales condiciones tecnológicas y las relaciones sociales de producción que les corresponden, este salto cualitativo desde el presente hacia lo que yo llamo la presencia, sea el resultado de un proceso largo. Peor una larga marcha. Creo que será un súbito pantallazo, una inesperada iluminación social, un hecho insólito e irreversible que puede sobrevenir de un momento a otro. Algo así como un despertar felices en una habitación en la cual, no terminamos de convencernos que nos acostamos ayer.
La ciudad de la presencia es por lo tanto la ciudad del sujeto liberado y auténtico, o la negación de la ciudad globalizada del presente y de su tiempo destemporalizado y deshumanizado.
5
MEMORIA HISTÓRICA Y PATRIMONIO URBANO
La ciudad recoge en sí la historia evidente y oculta de los devenires múltiples. Si bien Benjamin dijo que toda obra de cultura lo es a la vez de barbarie, nuestros esfuerzos por superar la barbarie no implican la demolición de las obras que las sociedades han construido bajo la égida de la explotación y el sufrimiento. La ciudad, al menos ciertas partes de ella, son el continente de lo urbano y, la liberación de este último, no pasará precisamente por la destrucción de esa ciudad y su memoria. Esto quedó muy claro cuando en Bagdad, quienes bombardearon y propiciaron el saqueo de sus sitios históricos, fueron las tropas de ocupación.
En este orden de cosas los conjuntos urbanos, monumentos y sitios de valor excepcional, si bien es cierto que ahora son espectacularizados o banalizados para vender su imagen al turismo consumista, no por ello debemos proponer su desaparición sino su rescate para una lectura no espectacular ni turística, es decir, para una lectura que ayude a construir y reconstruir memorias urbanas anticapitalistas y liberatorias que nos libren precisamente de hundirnos en los abismos del olvido o del mercado.
El devenir de lo social va dejando huellas tangibles en la ciudad y la va modificando en un inacabable hacerse. Lo urbano y el urbanita no hubieran surgido ni existirían sin ese soporte material de su memoria que es la ciudad. Soporte que a veces ha devenido cárcel o gueto, pero también y a veces, crisol y escenario de grandes transformaciones. La ciudad es un hecho histórico y nuestro reto en relación con las huellas, vestigios y sitios memorables, es respetarlos y conservarlos.
Manuel Delgado (2007), hablándonos de la relación entre memoria y espacio urbano trae a colación, de la película Hiroshima, mon amour el paseo nocturno de aquella mujer que en las calles de Hiroshima recuerda a Nevers, “en una transustanciación –dice el autor– que muta y desfigura los lugares por los que transcurre y obliga al transeúnte a, como en un sueño, reconocer en ellos la reverberación y la sombra de otros espacios en otros momentos. Esté uno en donde esté, incluso en la propia ciudad, la no-ciudad, la ciudad absoluta acecha para recordarnos ese sitio en ningún sitio en que todo se desintegra y se vuelve a formar.” (P. 78-79).
Pues para propiciar experiencias como la anotada, necesitamos rescatar y mantener esos lugares que dan espesor a nuestros recuerdos.
Los textos críticos del manejo que se hace de los valores patrimoniales de la ciudad de Cuenca del Ecuador, declarada por la UNESCO “patrimonio cultural de la humanidad” en 1999, me han permitido demostrar en mi Tesis que, la agresión contra la memoria es también un hecho antiurbano globalizado y, a la vez, que un nuevo tratamiento de la memoria y del patrimonio, opuestos al olvido intencionalmente programado, surgen en todas partes. Se trata así de una sensibilidad y actitud que se opone al futuro con el que los fundamentalistas del mercado destruyen espacios excepcionales de las ciudades, para exponer y vender luego sus máscaras mortuorias o réplicas de plástico, vidrio y cemento.
La presencia, la memoria, la experiencia, el deseo, han demostrado que son categorías tempoculturales útiles en la lucha por otros tiempos y otra ciudad. En este contexto, las ideas que he desarrollado en mi Tesis en pro del patrimonio cultural urbano y arquitectónico han sido entendidas como parte de la construcción de esa experiencia narrada, que da espesor al tiempo de los nuevos sujetos históricos en su afán constituyente de otros espacios y temporalidades.
6
LAS APORTACIONES ORIGINALES
He profundizado la diferenciación entre la ciudad moderna y la globalizada luego de un análisis radical del aspecto productivo, haciendo depender de esto la descripción de los cambios físicos operados en las formas y paisajes urbanos. A partir de aquí desarrollé reflexiones que ayudan a organizar un panorama analítico e interpretativo coherente de lo que es la ciudad globalizada.
Establecí la presencia de los nuevos sujetos históricos que la caracterizan, y lo que en sus cuerpos y mentes significan los cambios productivos, representativos y bélicos, aclarando su situación en la ciudad del capitalismo tardío.
Consecuentemente, en el ejercicio de historiarla, cuestiono las maneras discursivas oficiales contraponiéndolas a las narrativas críticas que emanan desde las subjetividades múltiples o nuevos sujetos. El conocimiento narrativo que de ello deviene, demuestro que es más adecuado para comprender las contradicciones, los cambios y tendencias de esta nueva ciudad, y quizás, los atisbos de lo que podrían ser sus alternativas.
He desarrollado una crítica de las concepciones tempoculturales del capitalismo, evidenciando que la percepción del futuro como el tiempo ideal del capitalismo clásico se ha modificado por la necesidad del capitalismo tardío de eternizar su presente. Como resultado de esta crítica he propuesto el concepto de presencia como alternativa de otro tiempo: el que correspondería a la multitud de singularidades.
A la concepción vigente que se apoya en la linealidad temporal de pasado-presente-futuro, he opuesto la de experiencia-presencia-deseo, como una propuesta desde la ética de la multitud de singularidades y como resultado lógico de las características objetivas y subjetivas de los nuevos sujetos vitales que la conforman. Este análisis de los paradigmas tempo culturales ha sido pensado desde las posibilidades tecnológicas traídas por las nuevas formas de socialización que han aportado los cambios productivos y simbólicos contemporáneos.
He señalado que la presencia de las singularidades de los nuevos sujetos productivos sociales y multitudinarios es el aspecto principal en el aparecimiento de una polis alternativa a la globalizada. He argumentado que esta otra ciudad se trataría de una emergencia que no es la síntesis de nada precedente, sino algo así como un estado del tumultus, o el devenir del clinamen espinoziano, que en su radicalidad materialista fundamenta el porvenir imparable de la multitud que –espero– arrollaría al tecnofascismo.
He explicado que al ser la presencia un esfuerzo por fortalecer la carnalidad y la conciencia plena de las vivencias –en la mejor tradición humanista y libertaria–, los ilusionismos del presente eterno y sus satisfacciones virtuales, vicarias, pueden ser sustituidos por satisfacciones más tangibles y vitalmente enriquecedoras. Por tanto, el deseo desde la presencia, es en esta conceptualización, una fuerza potenciada en la invención de mundos o de humanidades.
Como resultado de lo anterior y en el desarrollo del concepto de presencia, se explica que la experiencia venga a potenciar la memoria como factor constituyente de las nuevas subjetividades y su tiempo. De esta forma he usado dichos conceptos para ensayar una crítica al manejo neoliberal de los patrimonios urbanos tangibles en el caso concreto de una ciudad patrimonial, considerando que la reapropiación del tiempo implica una reapropiación del espacio, como parte sustancial de la reapropiación del ser.
Esta característica o giro de mi trabajo, me llevó a ver en lo patrimonial urbano y arquitectónico una posibilidad de fortalecer dicha memoria histórica en términos más benjaminianos, a fin de construir otros pasados que fortalezcan los deseos de liberación y de plenitud vital, es decir, apoyen la posibilidad de una nueva polis que en este caso la he propuesto como la ciudad de la presencia.
El estilo en el cual he redactado la Tesis, recoge pulsiones narrativas actuales y contemporáneas en los sentidos que he dado aquí a dichos términos.
Cuando revisé mi Tesis con el objetivo de redactar la presente intervención recordé que Fredric Jameson (1991) había señalado, que una nueva manera de textualizar habría asomado en el capitalismo tardío. Notó que los nuevos textos se mostraban como “colecciones de fragmentos” (p. 61). Dijo que “la unidad del poema no ha de buscarse ya en su lenguaje sino fuera de él, en la unidad obligada de otro libro ausente”. Explicó que los nuevos textos “… han mostrado una tendencia a exaltar la disyunción hasta el punto de que los materiales de un texto, incluidas las palabras y frases, tienden a dispersarse en una pasividad inerte y fortuita, como conjuntos de elementos que mantienen relaciones de mera exterioridad, separados unos de otros.” (P. 73).
Luego de dicho lo anterior, insistía en que nosotros, espectadores –o lectores posmodernos–, ante la acumulación de diferencias y discontinuidades debemos percibir dichos conjuntos de signos y mensajes quizás potenciando lo que antes llamábamos “relación”, para lo cual, el término collage “no es todavía más que una denominación muy pobre”.
Pues bien, a falta de otro término, en alguna parte de mi Tesis, había señalado que me gustaban los textos collage, los cuales, en algún modo, estaban marcando el desarrollo del mío y quería, con el guiño, dar una clave para su lectura.
Las teorías sobre el hipertexto también explicarían la dirección estilística de mi trabajo. Su hechura, tanto como sus contenidos, pertenecen a las escrituras de la posmodernidad, pero también a las del postcolonialismo, las dos, alusiones, cuando no eufemismos, para referirse a textualizaciones surgidas en el capitalismo tardío. En el primer caso por lo que a uso arbitrario de significantes se refiere y, en el segundo, por lo que sus significados puedan tener de resistencia y búsquedas constituyentes de los nuevos sujetos postcoloniales y su formalización en textos, en lenguaje, afectado también por los requerimientos de nuevas exigencias y maneras expresivas. La relación entre las cualidades del hipertexto y ciertas manifestaciones del arte contemporáneo es notoria y no considero extraña su influencia en el estilo en el cual he redactado mi Tesis. La dispersión de la autoría dada la diversidad de fuentes, el descentramiento de sus propuestas en varios núcleos de atención, las digresiones en torno al curso fundamental sugerido, el flujo constante de otros textos y la sensación de un texto en red que alude a un cerebro panal, abierto a intelectuales colectivos, la forma desprendida de prescripción alguna, sus historias sin fin y pensamiento no lineal, insinúan que la fuerza democratizadora de la lectura-escritura contemporánea, puede renovarse contra las escrituras y pantallas correctas del poder.
En este sentido la influencia hipertextual habría contribuido a que la meta o el futuro soñado hayan desaparecido. Que en el escrito no sea casual el reclamo de “la presencia”, que allí se preste importancia a “la memoria” para fortalecer esa presencia, y que en vez de futuro, hable del “deseo” como resultado de esa presencia más potente. Con lo cual, más que un juego –y este sería un aporte desde una perspectiva postcolonial– es un texto que llama a reivindicar en el aquí y el ahora lo que pertenece a los productores de mundos, de subjetividades, de culturas distintas. Hablo entonces, de una influencia de las sensibilidades y formas narrativas contemporáneas en el texto presentado, con lo cual, creo también haber contribuido a las maneras de escribir estos registros académicos.
El desorden y la ambigüedad, los reciclajes, las permutaciones… son usados en su manera de textualizar. O de escribir, como cuando se camina a la deriva en el sentido situacionista. Disipa las estructuras clásicas y técnicamente permite, como aplicación lúdica de las teorías fractales, ir hasta el infinito en la búsqueda de explicaciones pero sin reproducir lo mismo, sino ampliando el conocimiento de lo que motivó ese dispararse de las averiguaciones resultantes de pinchar y pinchar direcciones electrónicas que nos remiten a otras, y éstas a otras más.
Se ha dicho que el hipertexto es un híbrido de mesianismo, posesión y utopía en tanto se exhibe como posibilidad de libertad e igualdad, ya que, como se ha dicho también, deja abierta la posibilidad de que el lector utilice o rearme lo que lee a su manera.
Es esto lo que de algún modo he hecho con los materiales que he usado, encontrados en las derivas textuales que no pretenden llegar a, sino tan solo señalar un recorrido que tiene mucho de experimental. Esta percepción, lo confieso ahora, se produjo cuando el trabajo estuvo concluido.
Finalmente considero que mi Tesis contribuye a renovar y actualizar los estudios académicos sobre la ciudad, las relaciones entre la ciudad, las artes, el lenguaje y la literatura contemporáneas, y de hecho con la arquitectura actual. Pienso que abre perspectivas a una administración diferente de las ciudades, y desde luego a encontrar temáticas y detectar sensibilidades antiglobales y altermundistas.
En consecuencia, mi Tesis habla de una ciudad de otros tiempos: solidarios, igualitarios y libertarios, como si estuviera caminando por ellos. Habla de la ciudad de la alegría que se crece entre los buenos recuerdos y lo bueno por conocer. Y habla, en fin, de esta posibilidad excepcional, contra la regla quizás trágica de la fatalidad aparente y olvidadiza.
Y con esto, señora y señores, he concluido mi exposición.
El honor y el privilegio de haber sido examinado por un Tribunal de tanto prestigio académico, me obliga a reiterar a todos sus miembros mi reconocimiento y gratitud imperecederas.
SEGUNDA PARTE
Toma la palabra el Dr. José Luís Oyón Bañales, Secretario del Tribunal.
–¿Prefiere el doctorando responder una por una las preguntas de los señores miembros del Tribunal, o responderlas todas y al final?
Doctorando:
–Todas, al final.
Los miembros del Tribunal hacen sus intervenciones y presentan sus inquietudes y preguntas.
El doctorando agradece las intervenciones realizadas por la señora y los señores miembros del Tribunal y procede a contestar de manera sumaria sus preguntas. En seguida el Dr. Oyón manifiesta que en este momento puede hablar cualquier Doctor presente en la sala.
Interviene el Dr. Rovira, Director de la Tesis para recordar que el doctorando se vinculó a la Escuela de Arquitectura de la UPC desde el año noventa y dos cuando vino a realizar su Masterado. Señala que dada la naturaleza de la Tesis y la formación del doctorando, él prefirió dejarle en libertad para que la realizara y redactara a su manera. Declara que en este caso ha tenido especial cuidado para organizar éste excelente Tribunal que juzgará el trabajo del doctorando.
El Dr. Jarauta agradece la intervención del Dr. Rovira y, como Presidente del Tribunal, pide al público salir porque los miembros del mismo se instalarán a deliberar y emitir la calificación de la Tesis.
Al cabo de unos minutos se reinstala el acto.
El Dr. Oyón da a conocer que el Tribunal ha concedido al doctorando la máxima calificación:
“EXCELENTE CUM LAUDE”
El Dr. Oswaldo Páez Barrera se acerca a recibir las felicitaciones de los miembros del Tribunal.
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p.s.
La Tesis doctoral Oswaldo Páez Barrera: La ciudad de la presencia: memorias, deseos y narrativas, fue publicada por la Universidad Politécnica de Cataluña, España, en Junio de 2010.
Edición digital disponible en internet. 740 páginas. Registro de Propiedad Intelectual de Barcelona, solicitud Nº B-3166-99, del 16-06-2009.
http://www.tesisenxarxa.net/TDX-0615110-134128/
Para descargar el archivo: clic en el recuadro final: TROPB1de1.pdf
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